La descarbonización es uno de los principales desafíos para evitar los efectos del calentamiento global que en los últimos años han deteriorado los ecosistemas, traído efectos adversos a la sociedad y al mundo.
Dentro de las propuestas para detener el avance de este fenómeno, sin lugar a dudas tenemos el plan de descabobización, que tanto en el parlamento como en el Gobierno se han puesto metas ambiciosas y no muchas veces realistas.
Si bien todos queremos evitar la construcción de termoeléctricas, es fundamental contar con un cronograma claro del cierre de las existentes: descarbonizar con responsabilidad.
Sabemos que no basta con el acuerdo del Gobierno y las empresas firmado en enero de 2019, porque no da certezas ni garantías del cierre de las mismas, por lo que es una tarea evidente del parlamento lograr entregar esa claridad a los chilenos de cómo y cuándo se va a lograr el objetivo de terminar con la contaminación local en las zonas de sacrificio.
Es para esto que se necesitan tres preguntas claves para lograr llegar a una “buena descarbonización”, debido a los efectos que podría tener en la gente la implementación del proyecto.
En primer lugar, ¿es posible hacerlo para el año 2025?
¿Se ha considerado el riesgo de sufrir cortes en el suministro eléctrico en años de sequía o en el gas natural por causas externas al país? No podemos celebrar hoy el cierre de estas centrales, y quejarnos después porque se nos corta la luz a cada rato.
En segundo lugar, ¿tenemos el escenario energético donde hay suficiente transmisión eléctrica para afrontar el cierre?
Y en tercer lugar, ¿qué pasará con los precios de la electricidad?
¿Las familias chilenas y las Pymes tendrán que considerar un aumento en sus cuentas en esta transformación?
Para ello se requiere de un desarrollo importante de infraestructura de generación y transmisión de energías renovables para mitigar los efectos de la descarbonización, que necesita de una inyección estimada de USD 20.000 millones para el período 2020-2040, junto con la tramitación de permisos, financiamiento y luego la construcción de las obras.
Otro punto a considerar es la expansión focalizada del sistema de transmisión, donde la línea HVDC Kimal-Lo Aguirre es un factor crítico para viabilizar la descarbonización, cuya entrada en operación está para finales de 2030.
Según indica el Coordinador Independiente del Sistema Eléctrico, es necesario que contemos al menos con electricidad proporcionada por energías renovables, de lo contrario no tendremos luz, y eso es un proceso que toma tiempo; que se reconsidere la fecha de cierre, debido a que la Kimal-Lo Aguirre no estará lista para entonces y que se tenga en consideración el costo que tiene para el país.
Tenemos una oportunidad única para llevar un proceso de descarbonización de manera ejemplar, tal como lo hemos hecho otras veces en nuestro país. Debemos hacerlo bien, de manera responsable y pensando en todos los chilenos.
Por ello debemos empujar con fuerza un proceso de Descarbonización Responsable y de cara a la gente.
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