Día de la Tierra: proporción y responsabilidad, una mirada crítica

Cada 22 de abril se celebra el Día de la Tierra, instancia convocada por la Organización de las Naciones Unidas en el marco del Decenio de la ONU para la Restauración de Ecosistemas. Nos recuerda la ONU en la conmemoración del Decenio que "de la salud de nuestros ecosistemas depende directamente la salud de nuestro planeta y sus habitantes. Restaurar aquellos que están dañados ayudará a acabar con la pobreza, a combatir el cambio climático y prevenir una extinción masiva. Pero solo lo conseguiremos si todo el mundo pone de su parte".

En esta columna me gustaría ahondar en el concepto de "todo el mundo". Es evidente que revertir las tendencias que han llevado a las crisis ambientales (el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la crisis de la contaminación), no puede ser posible sin un acuerdo global y un compromiso de cada uno de los habitantes del planeta. Constantemente se nos está recordando las acciones que podemos hacer como individuos para ayudar: reciclar, reutilizar, usar la bicicleta o el transporte público, disminuir el consumo de bienes y de agua, compostar la basura orgánica o usar la escalera en vez del ascensor. Cada uno de nosotros ha sentido la presión de ser "más ecológicos", presión que en algunos casos ha llevado sobre todo a jóvenes, al fenómeno conocido como "eco ansiedad".

No existe duda científica de la veracidad y gravedad de las crisis ambientales mencionadas, y nuestro país, como tantos otros, ha suscrito convenios internacionales y ha comprometido recursos a corto, mediano y largo plazo para prevenir y combatir estos daños.

Sin embargo, responsabilizar a las y los ciudadanos "de a pie" de la crisis del medio ambiente y sobre todo de sus soluciones, es una aproximación al menos incompleta. Miremos algunos datos: en un estudio publicado por la revista Science el 2024, se evidencia que la producción de plástico en el mundo es mayormente responsabilidad de 5 grandes empresas. Tomemos a la que más produce, Coca-Cola. Según declaraciones de la misma empresa, recopiladas por la Fundación Ellen MacArthur, la producción de botellas plásticas alcanza las 3 millones de toneladas al año. Esto equivale a 8.219 toneladas de botellas plásticas diarias. Un promedio conservador indica que 1 tonelada son aproximadamente 20.000 botellas de un litro. Esto quiere decir que solamente esta empresa produce 164.380.000 botellas diarias (más de 160 millones de botellas en un día).

En Chile, se calcula que en promedio consumimos unos 24 litros de bebidas gaseosas por familia al mes, es decir, en promedio cada familia produce 288 botellas por año. Esto significa que una familia necesitaría 570.763 años para reciclar lo que Coca-Cola produce en un día. Con esto no quiero decir que no hay que reciclar, sólo que la magnitud de la responsabilidad debiera aplicarse acorde a la magnitud de las diferencias.

Otra de las principales preocupaciones actuales es el cambio climático, producido por la emisión de gases de efecto invernadero, principalmente CO2. Estadísticas de 2023 de la Unión Europea indican que China, Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y Brasil (31 países en total) son responsables del 62,7% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Es decir que incluso si los 165 países del mundo restantes dejáramos de existir, las emisiones sólo podrían bajar 40%. Esto, al menos, lo tiene claro la comisión de las Naciones Unidas para el cambio climático, que directamente responsabiliza a estos países de la mayoría de las emisiones y especifica que se espera una acción mucho más drástica y efectiva por parte de ellos.

Las responsabilidades individuales en las emisiones de gases de efecto invernadero son importantes, pero nuevamente muy dispares. La Agencia Internacional de Energía, nos indica que un ciudadano promedio en Estados Unidos emite 11 veces más CO2 que un ciudadano promedio en África. También nos dice que el 1% superior de los individuos emite mil veces más CO2 que el 1% inferior, y que el 10% de los individuos que más emite es responsable de la mitad de las emisiones globales de CO2 per cápita en el mundo. De hecho, 10% de los mayores emisores individuales es responsable de emitir 200 veces más CO2 en un año que el 10% inferior. Cada persona entonces de este 10% superior, tendría 200 veces más responsabilidad individual sobre el cambio climático que el 10% inferior. Sin embargo seguimos viendo, viaje tras viaje, en jets e incluso naves espaciales privadas con emisiones astronómicas. El Instituto del Medio Ambiente de Estocolmo depura un poco más estas cifras, responsabilizando al 0,1% más rico de la población mundial (multimillonarios y billonarios) por emitir más de 10 veces lo que emite el 10% más rico en conjunto.

Alrededor de 90% de la población global viaja en avión en promedio una vez al año, mientras que sólo el 6% vuela más de 2 veces por año y el 1% lo hace más de cinco veces por año. Es así como se calcula que el decil superior de las emisiones individuales sólo por viajes en avión es más alto que las emisiones totales del decil inferior, considerando todas las actividades que llevan a cabo en conjunto en su vida.

Aun así, seguimos escuchando cosas como que hay que ducharse en tres minutos con agua fría o que hay que sentirse culpable por usar el ascensor. Ni siquiera me alcanza para calcular cuántas miles de millones de veces tendría yo que subir la escalera para dejar de emitir lo que cualquiera de los billonarios del mundo emite en su jet privado por segundo.

Si bien cada uno de nosotros debe "poner de su parte" para controlar las variadas crisis ambientales que afectan nuestro planeta, veo aquí un serio problema de énfasis que no se puede pasar por alto. Las responsabilidades son compartidas, pero están muy lejos de ser proporcionales. Sería muy bueno que pudiéramos aclarar estas desproporciones y actuar con la valentía y dimensionalidad que la situación requiere. Habiendo dicho esto, lo que no se puede negar es el valor de las acciones individuales como medio de presión de la ciudadanía para influir sobre las legislaciones ambientales vigentes. Efectivamente, si todo el mundo fuera capaz de exigir una producción más limpia, energías renovables y responsabilidades compartidas y proporcionales, sin duda se verían cambios. Pero por alguna razón eso no está ocurriendo, nos preocupamos mucho más de cada acción individual que de actuar como un gran colectivo exigiendo, a quienes son realmente responsables, el respeto que la naturaleza se merece.

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