En septiembre, las fondas y eventos masivos se transforman en un ícono cultural en todo Chile. Sin embargo, detrás de la música, las luces y la gastronomía, hay una realidad incómoda: la dependencia casi total de generadores diésel para la generación eléctrica.
Según datos del Coordinador Eléctrico Nacional, entre enero y julio de 2025 el país quemó 360 GWh en diésel para generación eléctrica, triplicando lo consumido en todo 2024. En términos de emisiones, equivale a más de 960 mil toneladas de CO2 liberadas a la atmósfera en apenas siete meses. Lo anterior, sin considerar los contaminantes locales que afectan la salud de las personas -material particulado fino (PM2.5), óxidos de nitrógeno (NOx) y compuestos orgánicos que son reconocidos como cancerígenos por la OMS-.
Las fondas, conciertos y festivales replican este mismo modelo a menor escala. Grupos de generadores diésel, operando gran parte del tiempo de manera no óptima, alimentan iluminación, sonido, cocinerías y refrigeración. El resultado: altos costos de combustible, ruido permanente y una huella de carbono totalmente innecesaria.
Chile ha invertido miles de millones en energías renovables, pero seguimos dependiendo del diésel en eventos temporales y en el propio sistema eléctrico nacional. En 2024 se perdieron más de 6.000 GWh de energías limpias por restricciones de transmisión e inflexibilidades regulatorias. Mientras dejamos escapar energía solar y eólica disponible, seguimos quemando diésel.
Las alternativas existen y son viables. Los sistemas de almacenamiento con baterías (BESS) permiten estabilizar la demanda de un evento, cubrir picos de consumo y reducir en más de 50% las horas de operación de un generador. La energía solar distribuida, incluso con instalaciones temporales, podría complementar estas soluciones. En un futuro próximo el uso de hidrógeno verde en celdas de combustible será también implementable a pequeña escala.
El desafío actual es cultural y regulatorio. Así como exigimos planes de seguridad e higiene para las fondas, deberíamos exigir planes energéticos sostenibles para toda fonda y evento masivo. La tecnología ya no es el problema: lo son la inercia y la falta de estándares.
Las Fiestas Patrias son una oportunidad para celebrar, pero también para dar un paso hacia un modelo energético coherente con la urgencia climática que enfrentamos. Hacer más eficientes nuestras fondas y eventos masivos no solo reduce emisiones, también protege la salud de los asistentes y baja los costos para organizadores.
En la próxima década, la transición energética no se jugará únicamente en grandes centrales o megaproyectos, también en cómo iluminamos nuestras fondas, conciertos y festivales. Chile puede y debe avanzar hacia eventos con energía sostenible.
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