Una desconocida joven sueca de entonces 15 años emprendió hace un tiempo una batalla personal e inicialmente minúscula contra el cambio climático.
Decidida y sin más compañía que ella misma y su convencimiento personal, decidió manifestarse cada día viernes ante el Parlamento de su país con un mensaje potente, pero a la vez silencioso en esa queja unipersonal que parecía minúscula e insignificante. Era una voz que nadie escuchaba.
“El cambio climático es un asunto muy importante y nadie está haciendo nada”, avisaba Greta Thunberg, una estudiante nórdica que nunca pensó que su protesta en solitario, tiempo después, se convertiría en un detonador planetario, una exigencia de miles y miles de jóvenes desparramados por el mundo demandando una acción concreta contra la que es vista por los jóvenes como la amenaza más grave para su generación.
“Nunca eres demasiado insignificante para marcar la diferencia y si sólo algunos niños son capaces de acaparar titulares en todo el mundo sólo por no ir a la escuela, imaginemos lo que podríamos conseguir si realmente quisiéramos".
La precursora del hoy llamado movimiento Fridays For Future ha sido la caja de resonancia de una generación hastiada de la inacción de los que pueden hacer algo y no lo hicieron ni lo hacen.
Greta y los miles que hoy la acompañan, por cierto miles de jóvenes chilenos, es la evidencia del poder de los que vienen. Pero también la triste evidencia del fracaso de los que hemos estado y que, hasta ahora, hemos fracasado en reaccionar ante la gravedad del momento que enfrenta la humanidad.
Es, por supuesto, y de manera especial, una bofetada al mundo político que ha sido incapaz de tomar el asunto en sus manos, ubicarlo en la cúspide de sus preocupaciones y tomar medidas rápidas y gravitantes.
Más de 90 ciudades del mundo se unieron al llamado, ahora convertido en voz planetaria, de Greta Thunberg para exigir a los gobiernos y políticos que, de una buena vez, tomen medidas que ayuden a enfrentar el cambio climático.
“A menudo oigo a los adultos decir: Tenemos que dar esperanza a la próxima generación. Pero no quiero su esperanza. Quiero que se asusten. Quiero que sientan el miedo con lo que hago. Todos los días. Y quiero que actúen. Quiero que se comporten como si la casa estuviera en llamas. Porque así es”, ha sido parte de las convicciones que ha expresado Greta, quien acaba de ser nominada para el Premio Nobel de la Paz.
El escenario de Cambio Climático es alarmante. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) emitió en octubre pasado, una alerta indicando que de aquí al año 2030, se deben disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero para evitar el ascenso de la temperatura del planeta por sobre los 1,5ºC. Si se sobrepasa este límite, los cambios pueden ser duraderos e irreversibles.
Es tiempo de reacción y no de dilación. La verdad es que no se necesita más información o evidencia científica que ayude a entender la magnitud y gravedad del asunto, sino convicción para revertir las cosas.
Por suerte, tenemos la convicción y acción de los jóvenes del mundo. Serán ellos los que intentarán enfrentar el problema que nosotros ayudamos a profundizar y que no fuimos capaces de enfrentar con decisión y rapidez.
Es el poder de los que vienen y el fracaso de los que estuvimos.
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