Una vez más, las encuestas nos hacen transitar por el camino del derrotismo y el pesimismo, del que no escapan militantes, adherentes ni amigos de la centro-izquierda.
Si hay un triunfo que pueda adjudicarse la derecha, es precisamente ese, el de ganar la batalla comunicacional. Con sus medios, su dinero y centros de estudio, ha logrado crear la imagen de un país que espera con devoción la llegada del mesías que promete tiempos mejores.
Las encuestas permiten calibrar la opinión de la gente, es cierto, pero también ofrecen la posibilidad de aplicar sesgos que logran decantar esa opinión hacia uno u otro lado. Hoy muchos parecen creer que Sebastián Piñera es imbatible. Nadie ha reparado en que esas mismas encuestas indican que hay muy poca disposición para ir a votar, el desencanto es transversal, y que si sumamos la votación de todas las propuestas de la centro-izquierda, la derecha queda muy atrásporque el rechazo a Piñera es notablemente alto.
Pero gracias al desequilibrio que generan los estudios de opinión mayoritariamente vinculados a la derecha, resulta relativamente sencillo crear atmósferas favorables a los intereses de ese sector mediante datos que, en apariencia, resultan creíbles.
Esta imagen nos impulsa a creer que Chile está al borde del abismo o del colapso. Que el país “se cae a pedazos”, como afirman con destacable histrionismo desde la UDI y RN, para luego continuar con la fórmula del ataque al gobierno. Todo alineado en perfecta sincronía con estrategias comunicacionales ya conocidas por todos, aunque no por ello menos efectivas.
La cantidad de progresos materiales, normativos, legales, administrativos, que se han logrado en este gobierno son de una dimensión sorprendente. En ese contexto, hacer creer a la opinión pública que no se ha hecho “nada” es un triunfo de la derecha y, por tanto, una derrota de la centro-izquierda. Entonces, mi pregunta es por qué no hemos sido capaces de comunicar y difundir los enormes avances sociales que hemos hecho.
Más grave es que sectores de nuestra coalición han sido capturados por el efecto de tales estrategias comunicacionales de la derecha y han caído en el pesimismo y el derrotismo.
Si queremos ganar las elecciones, debemos combatir el pesimismo y el derrotismo que, día a día, se ciernen sobre los chilenos.
El derrotismo debe dar paso al legítimo orgullo por todo lo realizado durante estos años.
El pesimismo debe ser desplazado por la convicción de que Chile está cambiando y necesita seguir profundizando los cambios que le permitan transitar hacia un mayor estado de bienestar y desarrollo.
Nuestra propuesta debe apuntar a la esperanza de un futuro mejor para las clases medias y populares. Podemos lograrlo con propuestas y con ideas, y también con valentía para defender nuestras obras y con unidad para enfrentar con fuerza los ataques de quienes prefieren que el país no cambie.
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