Ésta es la tercera publicación en que insisto que, para construir un nuevo ciclo político en la historia de nuestro país es necesario asumir que las comunicaciones son materia de políticas sustantivas y no adjetivas.
Decíamos también que era del todo inconveniente la postergación para un “segundo tiempo” de los desafíos político-comunicacionales del “nuevo ciclo”.
Ahora lo demuestran los recientes episodios comunicativos y políticos, las encuestas y el bajísimo nivel de apoyo al gobierno que reflejan, las vacilaciones y el desconocimiento de la reforma educacional, entre otras importantes materias.
El sistema-oposición, es decir, los conglomerados político-económicos mandantes y sus medios políticos y comunicativos ejecutantes, han desarrollado sus capacidades y recursos en la perspectiva de detener, o a lo menos bajarle la velocidad al proceso de reformas del programa de la Presidenta Bachelet, aprovechando esas carencias más sistémicas que operacionales en las comunicaciones del gobierno.
Este sistema opositor tiene en el núcleo de creación, decisión, coordinación y operación a las comunicaciones mediáticas. El duopolio Mercurio-Copesa genera la estrategia político-comunicacional de la Derecha, la que es seguida luego con casi ningún matiz por parlamentarios, políticos y dirigentes corporativos de ese sector.
En el reciente encuentro programático del Partido Demócrata Cristiano propuse, y no es la primera vez que lo hago, que las Comunicaciones sean protagonistas en las propuestas de gobierno.
Ya no es posible negar la importancia que tienen las comunicaciones en la vida diaria de la ciudadanía. El vertiginoso desarrollo de la tecnología y la profunda penetración de las redes sociales en la formación de opinión política tienen de cabezas a las cúpulas políticas.
¿Habrá tiempo en este gobierno para realizar lo anunciado en su programa cuando dice que “una ley determinará los límites a la concentración de la propiedad de los medios de comunicación social, tanto mono-medial como multimedia, así como la apertura plural del espectro radioeléctrico, y la distribución del avisaje público, de modo de garantizar el pluralismo informativo y el libre acceso a la información?”? Al parecer no. Tarea pendiente.
Muy cercanas a esa postura transformadora están las propuestas que los periodistas chilenos hemos formulado desde nuestra trayectoria gremial y profesional.
Nos parece necesario consagrar en la nueva Constitución Política de Chile el Derecho a la Información y a la Comunicación, garantizado por el Estado y que este derecho sea regulado a través de una Ley Orgánica Constitucional de la Comunicación Social.
Proponemos que se reconozcan y se promuevan tres áreas de la comunicación social: la Pública, la Ciudadana y la Privada, con criterio de fomento y aumentando sustancialmente el Fondo de Medios Regionales, orientado a la creación de empresas ciudadanas de comunicación.
En cuanto a la Televisión Digital, proponemos construir la carretera-transportadora pública de la señal de TV Digital, administrada por Televisión Nacional o por un ente público, para que los canales ciudadanos puedan transmitir a todo Chile.
Las transformaciones que Chile necesita sólo serán posible si se democratizan las comunicaciones y se regula con sentido de bien común la industria del sector.
Ahora es el momento de cambiarle el "switch" a los partidos y a los candidatos presidenciales que comienzan a emerger. Se terminó una cultura política elitista y lejana.
Así como para Pedro Aguirre Cerda estableció en su época que "Gobernar es educar", afirmo con toda firmeza que hoy "Gobernar es comunicar".
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