Incomodar al poder

Alberto López-Hermida Russo
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El próximo mes se conmemorará en Chile el Día Internacional de la Libertad de Prensa, momento en el que nos visitarán una serie de delegaciones internacionales y se realizará un gran abanico de actividades de difusión.

Por lo mismo, las autoridades de la Secretaría General de Gobierno, con la ministra Camila Vallejo a la cabeza, están desplegadas dando a conocer la agenda y la relevancia de que dicho encuentro que festeja la prensa libre, independiente y pluralista se celebre, luego de 30 años, nuevamente en nuestro país.

Para quienes nos dedicamos a formar comunicadores desde hace más de dos décadas es motivo de alegría que instancias como estas se realicen y se difundan en medios, gremios, centros educativos y en encuentros ciudadanos.

A la vez, esta instancia parece una oportunidad para que el gobierno del Presidente Gabriel Boric reflexione y revise su relación con los medios de comunicación y sus profesionales. Es de público conocimiento que nuestro país ha bajado en los índices de libertad de prensa, lo que desde luego no es responsabilidad total de la actual administración, pero sí es ella la encargada de recuperar lo perdido enmendando errores.

Desde luego, no basta con señalar que la prensa es la encargada de incomodar al poder, si quien detenta dicho poder construye una relación de cierta prepotencia e inmadurez con los medios de comunicación del país. En sus dos primeros años de gobierno, Boric ha tenido un contacto caprichoso con periodistas y fotógrafos, increpándolos y ridiculizándolos explícitamente, aunque quizás incluso más grave que aquello, es que ha pasado largas temporadas sin aceptar preguntas o, incluso, contestando sólo un par de ellas previamente conocidas y filtradas por su equipo.

Estamos, además, frente a un Ejecutivo que se obsesiona con argumentar que tiene un énfasis en medios locales y comunitarios nunca visto, como si los Presidentes Bachelet y Piñera hubieran pasado por alto la existencia de estos modos de alcanzar a la ciudadanía.

La creación el año pasado, por ejemplo, de la Comisión contra la Desinformación generó tal cantidad de ruido en la opinión pública que difícilmente valió la pena tanto para obtener dos informes tan serios como desabridos y, por ahora, anecdóticos.

Se celebra que este gobierno incluya en el debate un tema tan relevante como la libertad de prensa, pero como buena parte de lo que se ha visto estos dos años, todo suele contaminarse de ideología e inmaduro mesianismo. Es de esperar que en la conferencia del próximo 2, 3 y 4 de mayo se logre avanzar en concreto en temas relevantes para el ejercicio diario del periodismo, dejando de lado vetos y slogans altisonantes pero vacíos.

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