Luego de tres meses de trabajo, de análisis de experiencias internacionales y consultas con especialistas, la Comisión Contra la Desinformación -iniciativa impulsada por el Gobierno- entregó su segundo y último informe, en el que proponen 72 medidas de diversa índole para enfrentar la complejidad de este fenómeno en redes sociales.
La comisión comenzó su trabajo en junio de 2023, bajo el alero del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, con el fin de asesorar a la Secretaría General de Gobierno (Segegob) sobre temáticas de desinformación y calidad democrática, alfabetización digital, desinformación en plataformas digitales y buenas prácticas digitales, y ofrecer recomendaciones sobre políticas públicas en esta materia.
Entre las 72 propuestas de los expertos se incluye exigir mayor transparencia de los algoritmos de los motores de búsqueda, implementar códigos de buenas prácticas y avanzar en la actualización de la legislación de protección de datos personales; por su parte, en ciberseguridad se recomienda mayor coordinación entre instituciones y plataformas, incorporar protocolos de análisis interno en diversas instituciones y catalogar los sistemas informáticos en contextos electorales como infraestructura crítica de la información, entre otras.
En materia electoral, se apuesta por incorporar a la ley una mención expresa a la regulación de la publicidad en plataformas de redes sociales digitales, además de entregar facultades al Servicio Electoral (Servel) para denunciar campañas de desinformación contratadas por actores no registrados. Lo anterior vendría de perilla para el momento actual, ya que hace unas horas el Servel informó que existe un correo con contenido malicioso sobre el plebiscito de este 17 de diciembre e hizo un llamado a "informarte siempre por nuestros canales oficiales".
Para los alaracos de siempre las propuestas de la comisión son a lo menos irrelevantes, y ven su propio infierno como el mejor empedrado. No son pocas las voces que invocan los sentimientos más elevados acusando 'censura', hablando de una 'comisión castrista para el control de la información', de 'prohibir con un papel la libertad de expresión', de 'recursos mal gastados', entre otras cosas, todo para descalificar grosera y toscamente un debate que resulta relevante en nuestro país y a nivel mundial. La desinformación puede destruir el sentido más profundo de nuestras democracias por tanto la necesidad de innovar en las estrategias para garantizar la difusión de contenido confiable a través de las redes sociales, y los desafíos que enfrentan los países en el combate contra la desinformación electoral es un objetivo tremendamente relevante.
Entonces, llegamos a un punto en que todo se torna un tanto RIDÍCULO, así, con mayúscula. Las atribuciones de la comisión consisten en "recomendar", "asesorar" y "elaborar informes", es decir, afianzar una modesta política pública que nos acerque a los modelos europeos de combate a la desgracia de la desinformación. Lo de la amenaza de censura de cualquier tipo sucede en el ánimo, en el alma creativa, o como lo quieran llamar, de alguien que ve el menoscabo de sus libertades por el solo hecho de debatir en torno al tema de la desinformación. Pensará en su familia, en su pareja, en sus hijos, en las cuentas de la luz, del gas, del agua, en la factura del barco y del yate a motor que tiene que pagar todos los meses, y comprenderá que tiene mucho que perder, pues si esto avanza ya no podrá utilizar sus influencias para engañar a la opinión pública, manipular el contenido en redes sociales y contaminar el ecosistema de la información.
Estos verdaderos influencers de la desinformación se las saben de memoria: sustituyen la noticia por un meme, un nombre propio por tres iniciales, sacan de contexto el contenido original, usan de manera engañosa una información para incriminar a alguien, entre otras mil maneras más de engatusar. Y así aprovechando su posición en redes para actuar de manera concertada en esa dirección, publicará su libro, sacará su disco, filmará su propia película y pintará su propio dibujo con el fin de influir en la opinión pública y en las actitudes sociales. Ese es el gran efecto de la desinformación. Porque así también se destruye la democracia de un país.
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