La publicidad es una poderosa herramienta de comunicación, capaz de generar avisos y contenidos inspiradores que pueden impactar profundamente en los consumidores respecto de las decisiones de compra, así como también fomentar valores positivos y promover causas para el beneficio de muchos. Hay suficiente evidencia, contundente, que confirma esta afirmación, como para reflexionar respecto del potencial que la comunicación publicitaria tiene y podría seguir desarrollando para responder a los nuevos desafíos que enfrentamos.
En la medida que los desafíos económicos, sociales y ambientales son cada vez más apremiantes, las marcas, sus productos y servicios, así como la publicidad que desarrollen para dar a conocer y diferenciar sus propuestas, pueden desempeñar un papel crucial en los cambios que enfrenta nuestra sociedad. Por ejemplo, enseñar y comunicar los distintos conceptos relacionados con el cuidado del medio ambiente. Educar -por ejemplo- sobre la distinción entre productos o envases reciclados versus reciclables puede inspirar, educar e incentivar a las personas a tomar mejores decisiones de compra y adoptar medidas significativas en el actuar de su día a día.
De este modo, el transparentar el uso correcto de los términos y conceptos ayudará a evitar malentendidos y generar una comunicación más efectiva y precisa, como entender que cuando algo es "reciclado" se refiere al proceso de transformación de los materiales usados en nuevos productos; mientras que "reciclable" es la capacidad de que un material pueda ser recolectado y procesado. Distinciones, sin duda valiosas para los consumidores.
La crisis climática es uno de los problemas más urgentes que vivimos a nivel mundial y, como sabemos, sus efectos negativos tienen incidencia en muchos ámbitos del bienestar de todas las personas. Aquí también la publicidad juega un papel fundamental en la concientización sobre la importancia de este tema. Existen diversas campañas como "Recicla por el Planeta" de Coca-Cola o "Recicla para Cambiar" de Heineken, que han demostrado el valor que tienen las grandes marcas al utilizar su alcance global, con el objetivo de educar a sus audiencias, incentivar nuevos hábitos y de este modo hacer una contribución en el camino hacia la sostenibilidad.
Este modelo no debería ser una excepción de buena publicidad, sino un estándar al que todas las marcas podrían acercarse, capitalizando el impacto y la confianza que han construido con sus públicos.
Es así, como la publicidad concebida con criterios éticos, que promueve la sana competencia comercial, e inspira con sus mensajes, puede aportar en la mentalidad y actuar de los consumidores y, en algunos casos, transformar su visión del mundo. Ello, a partir de campañas que busquen crear conciencia acerca de la importancia de forjar un futuro más prometedor para todos, cuyo mayor beneficio será para la sociedad y el planeta que compartimos.
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