No lo pensaría dos veces

A fines de la década de los años '80 y principios de los '90, diarios y revistas fueron cruciales para una verdadera y democrática campaña de educación cívica dirigida a que las personas se informaran y pudieran tomar una buena decisión en los acontecimientos electorales de ese período. Pasó el tiempo y esos mismos medios de comunicación que contribuyeron a retomar el camino democrático fueron abandonados por la clase política (y en particular la que recurrió a ellos en la oscura era pinochetista), dejándolos solos y expuestos a las condiciones del mercado que hicieron que muchos medios desaparecieran definitivamente. Cómo no recordar, por ejemplo, el caso del diario La Época y su lenta agonía a vista y paciencia del progresismo de ese tiempo. Hay un mausoleo completo de ellos en el cementerio de la prensa.

Las políticas de comunicaciones de todos los gobiernos que vinieron después, TODOS, no han sido para nada distintas, lo que ha significado que no existan medios de comunicación de propiedad diferente de la que ya conocemos hasta hoy, y que, como consecuencia, siga imperando el apoyo y financiamiento mediante avisaje y otras hierbas a las dos mayores cadenas periodísticas criollas: El Mercurio, de propiedad del clan Edwards; y Copesa, de Álvaro Saieh, que a diario se afanan en fijar la pauta informativa del país.

Y si de avisaje y crónicas de muertes anunciadas se trata, es imposible no dedicarle esta columna al canal de todos los chilenos, al directorio vigente, a su gestión, también a los directorios que lo anteceden, a sus decisiones y a eternas discusiones legislativas que han quedado en nada y que, en la actualidad, tienen a Televisión Nacional de Chile (TVN) en una tremenda crisis que lleva, al menos de forma más visible, 10 años. La semana pasada, Francisco Vidal, presidente de su directorio, asistió a la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados para abordar la crisis que atraviesa el único canal público del país. Vidal dijo: "En los últimos 10 años, el 80% del financiamiento de TVN es el avisaje publicitario y ese avisaje (...) cada día va menos para la televisión abierta y más para las plataformas digitales". Yo digo que ese diagnóstico es bastante conocido y ya no basta con tener la capacidad de evaluar el problema y la crisis, sino tomar medidas concretas que solucione de una vez años de pérdidas económicas sostenidas.

Asistimos nuevamente al abandono por la clase política, que deja a merced del mercado a un medio de comunicación. La existencia de TVN ha sido significativa para la sociedad chilena durante las últimas cinco décadas. Se trata de un canal público y no de un producto comercial que se compra en el supermercado. Sus transmisiones dejaron registro de programas que marcaron la memoria de la ciudadanía: "Informe Especial", "El Mirador", "El Show de los Libros", "Japenning con Ja", "Zoom Deportivo", "Pin Pon", "Vamos a ver", "Buenos días a todos", con Felipe Camiroaga y Tati Penna, entre muchos otros. Para qué hablar de la edad de oro del área dramática: "Estúpido Cupido", "Sucupira", "Oro Verde", "Iorana", "La Fiera", "Romané" y "Pampa Ilusión", y otras producciones icónicas.

Es intolerable cómo han tienen a la estación estatal, pero todavía resulta más incomprensible la desconexión del canal con las audiencias ¿En qué momento TVN elevará sus exigencias, generará nuevos conocimientos, cambiará y avanzará en la diversidad de sus contenidos, construirá una televisión pública que dé cuenta de la sociedad diversa en la que vivimos? No está el horno para más diagnósticos señores, está para tomar medidas definidas y resolver la situación de la señal pública y es ahí donde no veo la misma disposición. Veo un vacío. La entrega al Gobierno y la ciudadanía, del informe "Más amplitud, más voces, más democracia: aportes para las comunicaciones del Chile que viene", generó expectativas especialmente en los sectores vinculados en forma directa al sistema de medios. Esa instancia (2023) sugería regular la entrega de recursos por publicidad estatal. Esto último, con la idea de que el servicio de avisaje no solo esté en manos de grandes medios, sino que también en otros más pequeños o distintos. Y ¿qué pasó? Quedó de material de investigación de alguna tesis, creo. Con suerte.

La crisis de Televisión Nacional de Chile se ha convertido en un juego de trileros que se hacen llamar expertos o políticos de moda, que intentan engrupirse unos a otros con tres bolitas que nunca aparecen. En este caso, las bolitas son una salida real a la profunda crisis económica y de sintonía del canal público. Al ocultarlas, de paso, intentan timarnos a nosotros también. Una y otra vez, durante años, hemos escuchado evaluaciones y dictámenes sobre la situación del canal, discusión de iniciativas y cambios de gobernanza, fortalecimiento de su misión pública, hablan una y otra vez del valioso rol de medios de comunicación del Estado, de la importancia de desarrollar contenidos que vayan más allá del mercado y bla bla bla, pero al final, ¿les importa realmente la pérdida de un medio de comunicación? ya lo dice el meme: 'Naaaaaaaaaa'.

Da pena la falta de un debate certero y veraz respecto a esto y al mercado mediático en general. Entre cobardes, miedosos, pusilánimes y mentecatos habrá alguno que no lo sea y sea capaz de replantear su estrategia de manera que la televisión pública no se rija por criterios de competencia, sino por criterios de democracia, exponiéndose a las posibles patadas que le puedan llegar desde el área chica como se diría en el fútbol, y evitarnos tener que asistir nuevamente, en calidad de deudos llorosos, a la agonía y deceso de otro medio de comunicación. Si un medio de comunicación desaparece, todos seremos más pobres que ayer. Todos.

Es feo después decir "se los advertí", así que me limito a decir que yo no lo pensaría dos veces. Una pausa y ya volvemos.

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