Periodismo sensacionalista

Recientemente se presentó por un medio de  nuestra televisión abierta un reportaje en que se indicaba que el Centro Penitenciario de Colina II era uno de los seis lugares más conflictivos de Latinoamérica. En la ocasión se señaló que los reclusos eran altamente violentos, agresivos, peligrosos y todos los epítetos  que grava en ellos antecedentes que lejos  de abrirlos a la esperanza y  a una conducta positiva  los define como hombres altamente negativos, refractarios y sin ningún deseo de cambio. Este tipo de reportajes que no condicen con la situación real del segmento a que se refiere los considero moralmente inaceptables y éticamente reprobables.

Cualquier medio de televisión que exponga una situación como la en comento debería, por contraste, dar la posibilidad  a los televidentes  de conocer opiniones distintas a la que se comunica, ya que no parece  acertado monopolizar argumentos sin que aparezcan, al mismo tiempo, visiones distintas que morigeren y bajen el perfil de lo expuesto.

De esta forma, considerando puntos de vistas diferentes, pero ambos verdaderos, las personas pueden evaluar de una manera objetiva lo expuesto y quedarse con una noticia que ayudará en definitiva a tomar posición ante el hecho que se manifiesta.

Consecuente con lo anterior, me parece un despropósito estigmatizar a una población completa de privados de libertad por el simple hecho de que algunos -y  eso no lo puedo negar- destaquen por actitudes violentas, peleas, hechos cruentos, homicidios, etc.,  sin esclarecer con la misma fuerza de que la gran mayoría no corre por esa pista.

Personalmente, y tengo la obligación de levantar la voz y decirlo, conozco a un porcentaje  elevadísimo de personas que se encuentran en Colina II. Los he tratado desde su juventud y puedo asegurar que tienen un inmenso deseo de cambio, un  gran anhelo de inserción seria y responsable, trabajar para alimentar a sus familias y no volver nunca más a delinquir. De aquello el reportaje no dijo nada, resaltando argumentaciones sesgadas y absolutamente ajenas a la realidad.

Por otra parte, este tipo de noticias crea una suerte de antipatía por el segmento carcelario, lo que deriva en la comunidad  una actitud negativa y desprovista de colaboración para Instituciones como la Fundación Paternitas y otras que trabajan con gran sacrificio y dedicación para rescatar y recuperar a quienes han cometido delitos.

Expresiones como “que los maten a todos”, “que se pudran en las cárceles”, “no ayudo a delincuentes malditos” etc., se deben, no pocas veces, a referencias, crónicas y/o reportajes que no destacan por un profesionalismo objetivo, sino más bien se mueven por sensacionalismos, sentimientos , motivaciones económicas y raiting. Me llama la atención profundamente la nula presencia periodística cuando la Fundación invita a cubrir espacios noticiosos donde se destacan los logros alcanzados por personas, hombres y mujeres, que antaño fueron reconocidos delincuentes.

Con todo, lo más grave de  lo expresado es el daño irreversible que se ocasiona a los propios internos y a sus familias, ya que se establece una especie de “guión cultural” generando, en muchos, eso de “me da lo mismo”, pues se está en una especie de infierno desatado, sin límites, en donde la arbitrariedad y la inhumanidad es producto, nada menos, que de esa definición que da de ese grupo humano  el medio  periodístico.

Finalmente; no podemos obviar, que ante noticias de este tenor se le podría dar pábulo a algunas instituciones públicas para que maltraten de manera indiscriminada a este sector, se violen los protocolos, se produzcan múltiples abusos de poder, de manera directa e indirecta, golpizas y toda clase de aberraciones que a lo único que contribuirían  es  hacer más violentos, agresivos y vengativos a quienes se maltratan.

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