¿Qué tipo de televisión tenemos hoy?

Desde que partieron las primeras transmisiones en 1959, la televisión chilena comenzó a vivir su gran auge para todas las familias a lo largo del país. Muchos cambiaron sus hábitos por el contenido de alto impacto que había en esos años. En los años ‘80 apareció la primera teleserie a color: “La Madrastra”, con el rating más alto de la historia de Chile marcando 80 puntos. Había un vínculo entre los canales de TV con su audiencia, donde se sentían identificados y existía un sentido de pertenencia y lealtad hacia sus rostros.

Hoy, la realidad es distinta. Vemos una televisión débil, sin propuestas, creatividad e innovación, con números rojos en muchos canales, los cuáles han tenido que reducir costos al extremo para poder sobrevivir en esta industria. Tampoco hay contenido de alto impacto y desde hace muchos años que la compra de contenido extranjero, la copia de programas de TV, o la adquisición de alguna franquicia internacional son parte de la oferta actual.

A esto hay que sumar que muchos canales en su oferta diaria de contenidos en noticieros, matinales y cobertura en general solo abordan asaltos, robos, violaciones, peleas, muerte y el morbo de buscar la pena en los problemas de las personas teniendo como resultado conductas depresivas y violentas. Es más, me atrevo a decir que son muy responsables de la situación emocional de los chilenos.

Estos antecedentes son evidentes para muchos, quienes a través de RRSS manifiestan su molestia por la carencia de contenido y apostando por tecnologías disruptivas como lo son las plataformas como Netflix, Amazon o HBO. Alternativas de oferta que llegaron para quedarse y donde probablemente destruyan la televisión local si no reaccionan a tiempo en su propuesta de valor.

¿Será muy difícil volver a la esencia que necesita el chileno dándole contenidos de calidad? Los canales podrían clasificar y segmentar programas de acuerdo a los nichos de mercado, sus conductas, las reales motivaciones que generen sentido de identidad. Con contenido que realmente distraiga y genere sentido de pertenencia.  Apuntar al folklor, música, arte, teatro. Hay un sinfín de tecnologías que permiten hacer un contenido real, no es necesario hacer grandes inversiones puesto que las personas quieren ver gente nueva, que aporte a su vida cotidiana.

Así, volveremos a disfrutar en familia, volveremos a prender el televisor para ver ese programa que tanto se esperó semanalmente, además de dar un giro en los contenidos que tenemos hoy. Innovando, creado, involucrando a las personas, mostrando imágenes positivas y de superación donde, sin duda, se podría a futuro contribuir a mejorar la calidad de vida de muchos chilenos.

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