El Presidente Boric ha visto implementar, muy tempranamente, una estrategia opositora desde la ultraderecha a la extrema izquierda tendiente a obstruir el estado de derecho y hacer imposible su tarea de gobernante, tratando de impedirle llevar adelante el proceso de cambios comprometido con el país.
En efecto, los cortes de carreteras y las repetidas acciones incendiarias y los tiroteos en la macro zona sur, en las ciudades la intensificación de asaltos y violencia de las bandas de narco traficantes, incluso, el secuestro temporal y el baleo de un suboficial de Carabineros, escolta presidencial; así como el asalto a la casa de la ministra de Defensa, conforman una situación de incertidumbre y zozobra que daña severamente la tarea de conducir el proceso político hacia el necesario proceso de reformas que debe vivir Chile.
En este contexto, lo más doloroso fue el crimen de la joven periodista Francisca Sandoval, el 1 de mayo, en un hecho estremecedor que confirma que tras los fríos asesinos que actúan en las calles hay una mano de carácter fascista que pretende inducir desde la sombra un clima de inestabilidad y confrontación en el país.
Ahora bien, hay un aumento de la delincuencia que preocupa a la ciudadanía, en las ciudades acciones de violencia extrema que sacuden la cotidianidad de muchos hogares y conmocionan a las familias que las sufren. Asimismo, en las manifestaciones callejeras una violencia ciega y descontrolada provoca, finalmente, un grave perjuicio a la necesidad de los movimientos sociales de hacer uso de su derecho democrático a manifestarse.
La violencia irracional es el perfecto caldo de cultivo para el crecimiento de la ultraderecha. Por eso, nada tiene de progresista o revolucionario andar quemando cabañas, camiones y baleando trabajadores.
Así también, en la macro zona sur, miles de personas, hombres y mujeres, mapuches y no mapuches, al ejercer su derecho al trabajo para sostenerse a sí mismas y sus familias no se convierten por ello en "lacayos" de las forestales.
Toda esa imagen descalificatoria del propio pueblo chileno no hace más que llevar agua al molino de la ultraderecha y las fuerzas conservadoras que se empeñan en mantener el estatus quo, muchos de sus "operadores" no hacen más que instigar un turbio clima de descalificaciones en los territorios y en los procesos productivos.
Las fuerzas de izquierda y centroizquierda que están en el gobierno o que lo apoyan deben deslindar fronteras y separar aguas de una posición confrontacional, anarco-voluntarista, "ultrona", que causa grave daño al movimiento popular, aísla el campo de fuerzas transformadoras y a la postre resulta profundamente retrógrada y antipopular.
La estabilidad democrática contribuye al proceso de cambios y reformas, el desgobierno y la violencia extrema frena las reformas y ayuda al proyecto conservador. Avancemos por el camino fecundo de las transformaciones sociales y derrotemos la ruta de la confrontación estéril. Esa es la vía.
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