A fortalecer gobiernos regionales y municipales

Enfrentados a una elección territorial a fines de mes, el país tiene la oportunidad de reflexionar y decidir en torno a los gobiernos regionales y los municipales, entidades destinadas a enfrentar y resolver muchos problemas de las familias y que, como muestra la historia comparada, es un proceso virtuoso, eficaz y eficiente para con las grandes tareas de cada nación.

Como he tratado en el reciente texto "La Descentralización en Chile: Una asignatura pendiente", editado por la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile, nuestro país muestra un déficit al respecto. Nuestro gobiernos regionales son aun débiles y sus autoridades electas incluso tienen una compleja coexistencia con los delegados presidenciales. En el caso de las municipalidades, éstas siguen siendo una institución de administración más que de gobierno propiamente tal. Debemos fortalecer estas entidades porque son fundamentales para el desarrollo, la inclusión social, la gestión pública y la democracia.

El nuevo Chile productivo de las energías revocables, del uso de aguas oceánicas y del hidrógeno verde, plantea fuertes exigencias en los territorios. En los hechos, es en Magallanes donde la combinación entre energía eólica y producción de hidrogeno verde esta estableciendo un futuro nuevo desarrollo. Otro tanto ocurre, agregando la fuente oceánica del agua, en Antofagasta con la energía solar. La diversificación productiva y sustentable de Chile, desafío crucial de este tiempo, establece que los gobiernos subnacionales serán indispensables al efecto.

La tarea nacional de la inclusión social y la superación de las drásticas y complejas desigualdades sociales implica una inversión -y compromiso de inversión creciente- y esa tarea es muy fuertemente municipal, como quedó demostrado con la ejemplar vacunación respecto del Covid-19, donde la salud municipal jugó un rol de primer orden.

Parece también natural que un Estado moderno sea descentralizado y que -como en los países europeos- se enfrenten y ojala resuelvan muchos problemas públicos allí donde se presentan. Las soluciones acogerán particularidades y descongestionarán el nivel central ya tan lleno de problemas.

Finalmente, la fuerza democrática se incrementa con participación ciudadana. Es el antídoto participativo el que complementa la democracia representativa; y allí, sobre todo en los municipios, juegan un rol vital al ser la entidad púbica cercana a los ciudadanos. En los tiempos críticos del estallido social, los municipios se constituyeron en el pilar institucional en medio de la crisis generalizada.

En el Chile actual, los alcaldes y hasta gobernadores regionales muestran en un importante número de experiencias favorables y reconocidas. También hay problemas, como los de probidad que Chile debe enfrentar con decisión. Es muy probable que aumente significativamente la vigilancia ciudadana frente a prácticas inadecuadas.

La próxima elección de octubre, y eventualmente de segunda vuelta en noviembre, es una buena oportunidad para respaldar municipios y gobiernos regionales, porque si esas entidades lo hacen bien, el beneficio para Chile es enorme.

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