A la ultraderecha no le importa la democracia

El infame ataque de J.A. Kast al Presidente Boric en España, acusándolo de "travesti político", obligó a varios voceros de la derecha a desentenderse o tomar distancia de tan cobarde descalificación, pero no faltó aquel que trató de hallar algún pretexto o justificación del exabrupto del vocero de la ultraderecha.

Así, hubo quienes atacaron al Presidente de la República con la excusa que sus definiciones o su evolución no sería más que una "movida táctica", como si otros mandatarios en situaciones semejantes no modificaran sus criterios, es decir, a Kast no lo condenan por atacar deslealmente al Presidente fuera del país, ante una audiencia que no pretende razonar o deliberar sino que los oradores les entreguen insumos para insultar, alardear y gritar, en un microclima de fanáticos irracionales.

No se condena que la reunión de ultraderecha en Madrid sea para denigrar la política y la democracia. Se encubre el envilecimiento de la acción política y el socavamiento del régimen democrático desconociendo interesadamente la responsabilidad con la que el Presidente Boric ha ejercido su mandato. Al final el poder mediático es benevolente con el extremismo populista y autoritario, se hace parte de su capacidad de idiotizar grupos prisioneros en su ignorancia.

La derecha con su insólita pobreza conceptual se convierte es un lastre para el diálogo democrático, mascullando resentimiento, odiosidades y revanchismo, así causa preocupación porque pueden pasar, lamentablemente para Chile, de sus inclinaciones reaccionarias actuales a posiciones autoritarias o, simplemente, neofascistas.

Los medios hegemónicos frente al exabrupto de Madrid pretenden tener cierta objetividad, pero es una imparcialidad aparente, la línea estratégica que sigue Kast reviste un carácter anti patriótico porque se pone a disposición de un agresivo actor político, Javier Milei, quien socava expresamente las relaciones bilaterales con Chile, por eso, esa conducta es totalmente opuesta al interés nacional.

Otros analistas explican el exabrupto de Kast como un mero objetivo electoral en época de campaña, soslayando también la conducta antipatriótica del líder de ultraderecha. Así, se vuelve a eludir el problema de fondo y la derecha se somete, indecorosamente, a los objetivos de la política ultraconservadora.

A la ultraderecha le desagrada la democracia, le irrita que la ciudadanía tenga voz y se haga escuchar, como también que la clase trabajadora sea capaz de representar sus propios intereses y que el feminismo y los defensores del medio ambiente tengan opinión, por eso, actúan con prepotencia y agresividad para acallar las opiniones que son diversas al dogma de sus líderes megalómanos.

El objetivo de la regresión ultraconservadora es encaramarse al poder, si tiene que socavar una institución tan importante como la Presidencia de la República lo hace sin tapujos, esperando la ganancia fácil y de corto plazo. En esa estrategia el principal de sus voceros "mantiene" sus descalificaciones, no le importa la estabilidad democrática.

La tarea de este período es rechazar la arremetida de ultraderecha y evitar que esos grupos mesiánicos accedan al poder. Hay que fortalecer la democracia y defenderla de quienes solo actúan por sus obsesiones irracionales, porque se consideran iluminados. Hay que resguardar la democracia ahora, no cuando sea demasiado tarde.

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