Bienaventuradas sean las matemáticas

Verónica Rabb
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Se habla mucho de lo que va a pasar si el 4 de septiembre gana la opción Rechazo, escenario que no deseo pero que se nos ha instalado o mejor dicho lo han instalado, quién más que los medios de comunicación. En la discusión pública se da por sentado que va a triunfar rechazar la propuesta constitucional, pero no se habla ni un solo segundo de la posibilidad que gane el Apruebo. ¿A qué viene toda esta idea? Primero, porque los medios han hecho un uso y abuso de las encuestas, presentándolas como absolutamente necesarias e infalibles, como predictoras. Segundo, porque el sistema de medios tradicionales nos presenta resultados que, si bien no determinan tanto el voto, sí lo pueden dirigir. Tercero, porque la prensa no nos dice que las encuestas pueden no acertar, ejerciendo un periodismo acrítico respecto a la calidad y pertinencia de sus resultados y dedicado a ser meramente cajas de resonancia de los comunicados que envían estas instituciones. Su actitud preocupa. Su actitud molesta. Su actitud perjudica a todos los chilenos por igual, con la misma contundencia. En este caso la culpa sí es del mensajero.

Se sabe que las encuestas mienten, o al menos se equivocan, y por lo tanto su función como predictores de resultados electorales futuros está muy en entredicho. Varias de las encuestadoras más replicadas en los medios de comunicación han tenido grandes fallos que han justificado algunas de estas críticas. Es el caso de sondeos que daban como ganador a José Antonio Kast en primera y segunda vuelta presidencial, o cuando en las elecciones presidenciales de 2017 la candidatura presidencial de Beatriz Sánchez, del Frente Amplio, consiguió 20% de las preferencias, mientras que encuestas, como Cadem habían pronosticado 13% de las preferencias; o también cuando la misma encuesta daba por ganador a Lavín y Jadue en las primarias presidenciales. Así y todo, las mediciones emergen en los medios como la única brújula a disposición del elector para navegar por ese tormentoso mar en que se han convertido las convocatorias electorales.

Quien hace y publica un sondeo tiene en su mano el poder de dibujar el escenario electoral, tiene el poder de eliminar del tablero de juego a aquellos que aparecen como incapaces de competir por la victoria final. Eso es lo que han hecho los medios de comunicación (no todos, por cierto) con la opción Apruebo. La desinformación se ha abierto camino en los medios tradicionales, tanto en la forma de equívocos oportunistas, como de desaciertos involuntarios, datos de mala calidad y muchos expertos en política, pero no en encuestas. Todo lo anterior resulta un indicador brutal de que no son los sondeos los que interesan, sino su uso político en los medios de comunicación ya que el tratamiento que le dan las encuestas tiende a simplificar los resultados hasta hacerlas aparecer a ojos de las y los ciudadanos como un instrumento que sirve para conocer quién va delante, presentándose como la única posibilidad de mostrar al caballo ganador.

Poco o nada nos ha dicho la prensa que el Rechazo se ha ido quedando atrás mientras más se da conocer el texto y que se ha visto un aumento en el respaldo del Apruebo en las últimas encuestas. Ello junto a la ausencia mediática de imágenes e información de las multitudinarias concentraciones ciudadanas que concitaron los últimos "apruebazos" en varias comunas de la Región Metropolitana, el despliegue territorial del Comando del Apruebo o las tergiversaciones y mentiras sobre la propuesta constitucional que ha levantado el mundo del Rechazo. Dicho de otro modo, si durante años los medios nos han presentado resultados de encuestas como meras cajas de resonancia, sin revisar detalles, enfatizando unos resultados sobre otros ¿por qué no lo van a hacer ahora para el plebiscito de salida? Yo lo veo claro, no sé ustedes.

Pero mientras otros se fían de las encuestas, yo confío en las matemáticas. Son precisas, verdaderas e imparciales. No lo digo yo, lo dice la Universidad Abierta de Recoleta (UAR) que presentó el pasado 25 de julio el primer Informe sobre Cobertura Mediática, realizado por el Grupo de Estudios de Medios de la UAR. Mediante un proceso de descarte, se obtuvieron 1.498 notas pertinentes para el análisis. Un primer dato que evidenció que la revisión de los titulares los del Rechazo obtienen una mayor presencia en los medios estudiados, que los referidos al Apruebo. La diferencia establece un 39% para el Rechazo, un 36% para la neutralidad y un 25% para el Apruebo. En relación a las diferencias entre los medios, la tendencia nuevamente favorece al Rechazo, indicando, por ejemplo que en las portadas de prensa escrita, de 26 casos considerados, 14 son para el Rechazo, 10 son neutros y 2 son para el Apruebo. En el caso de la televisión abierta, las cifras muestran que de un total de 153 notas, 80 fueron neutras, 46 para el Rechazo y 27 para el Apruebo. A los medios de comunicación no les gusta el Apruebo y han elevado la barrera que podría darlo por ganador. Poco a poco le han robado el oxígeno.

En estas elecciones he prestado atención a las matemáticas y al mismo tiempo he comprobado una vez más que los medios tradicionales, cautivos congénitamente a un monopolio ideológico, desprecian el cambio y adoran el statu quo. Si ya antes no hubo un acceso garantizado a las candidaturas a la constituyente, si hubo una sobrerrepresentación mediática de los convencionales de derecha, si los candidatos indígenas fueron marginados del debate "experto" y los distritos donde están las comunas más acomodadas recibieron una atención desmedida, reitero la pregunta: ¿Por qué no lo van a hacer ahora para el plebiscito de salida?

Cuando iba al colegio me cargaban las matemáticas, pero durante estas últimas semanas han sido mi eslogan y mi alegría. Han sabido derramar tanto cariño y afecto, que a mis 47 años me arrepiento de no haberles prestado más atención. Mientras algunos se fían de las encuestas, yo confío en las matemáticas. Bienaventuradas sean las matemáticas.

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