Carolina debe continuar

La Junta Nacional de la Democracia Cristiana votó, de acuerdo con el pedido de la Directiva Nacional, para decidir si acaso se validaba la decisión de las Juntas Regionales en la designación de candidatos a cargos de elección popular o se rechazaba ese procedimiento para dar paso a la objeción de ciertos candidatos.

La Presidenta del Partido, contra lo que la mayoría de sus seguidores quería, centró las cosas en el diputado Rincón: si se aprobaba la decisión de las regiones Rincón sería candidato y ella no quería eso. Pensar que las regiones - los miembros de las juntas regionales estaban allí presentes y eran la mayoría de los votantes - votarían en contra de su derecho era algo complemente absurdo. Cuando perdió, lo que era completamente previsible, ella lo calificó como una derrota personal. Tiene derecho a verlo así.

Pero, los dirigentes, especialmente los grandes dirigentes, los que tienen aspiraciones de conducir a sus pueblos, saben que se puede ganar o perder. Su verdadera derrota no fue la votación, sino haber cometido el error de centrar todo en un punto, pidiendo a los dirigentes de la máxima instancia política que renunciaran a valorar lo que ellos mismos habían hecho con sus bases: designar a quienes consideraban los mejores. Ella sabía o debía saber que lo más probable era el resultado que se produjo.

Entonces, lo que corresponde a un dirigente de su condición y aspiraciones, lo que debe exigirse a una persona que está dispuesta e interesada en conducir al país, con partidarios y opositores a su acción, es respetar la democracia y seguir en la tarea de postular al máximo cargo de la República.

Ella definió la votación como una derrota. Nadie quiso derrotarla. Por el contrario, todos coreamos su nombre y estamos convencidos que con sus virtudes puede ganar un espacio en la segunda vuelta y ganarla. Para ello debe demostrar la grandeza de validar el cariño y apoyo recibido internamente y el derecho de los suyos de discrepar en un asunto concreto.

Pero ella quiso poner un tema específico como emblema y se siente dolida. Los líderes pueden dolerse, pero deben entender que su Partido, sus militantes, sus instancias directivas y resolutivas, son el espacio para ser acogidos o validados.

Eduardo Frei, el gran líder histórico, perdió muchas veces, pero siguió adelante. Tomic, de quién Carolina Goic se declara admiradora, perdió una Junta Nacional muy importante, pero siguió bregando y ganó la siguiente con la misma tesis política que inspira a la mayor parte de los DC hoy: la unidad social y política del pueblo.

Carolina es inteligente, tiene la dosis de ambición necesaria, es trabajadora y esforzada, tiene empatía, conoce los problemas y sabe conducir a los expertos en el proceso de reflexión para luego tomar decisiones. Tiene condiciones.

Quizás no fue acertado hablar primero a la prensa que al Partido, pero no hay militantes que quieran que ella deje la campaña. Muchos con quienes he hablado me han dicho: Carolina debe continuar. Y es lo mismo que yo digo.

La batalla se dará hasta el final y es Carolina Goic quien la debe encabezar. El temple de los grandes se mide en los traspiés y no sólo en las victorias.

Es el momento en que ella diga que jamás debió ponerse en contraposición el ejercicio democrático con ciertos principios que ella reclama. El error de la Directiva Nacional estuvo en que se decidieron formas y procedimientos que enfrentaron valores e ideas, hechos y circunstancias, que no podían estar en controversia.

Ahora Carolina Goic debe ponerse de pie y decir que es fiel a su juramento de seguir la campaña, sabiendo que todos los militantes, los que votaron en distintas posiciones, incluidos aquellos que ella consideró que no debían ser candidatos, todos estarán detrás de ella, reconociéndola como su líder, como su dirigente, como su candidata para dirigir los destinos del país en una perspectiva de entendimiento social y político en el camino de construir una sociedad más justa, más fraterna, más libre, en suma, más humana.

Carolina debe continuar, por el bien de Chile y del PDC.

¡A ponerse pie y seguir bregando hasta noviembre y, si el pueblo quiere, hasta diciembre! 

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