Consolidación democrática o regresión autoritaria

Son diversos los desafíos que se presentan en la marcha del país. La probidad y la lucha contra la corrupción es uno de ellos. Hace unos días fue la penosa constatación de 25 mil funcionarios públicos que obtienen licencias médicas fraudulentas y las usan para salir de vacaciones fuera de Chile. También causan vergüenza el Caso Fundaciones y otros similares instalados para defraudar el Estado.

A ello se agrega las fallas estructurales en la construcción del Hospital de Antofagasta y la crisis generada por las isapre, resuelta una vez más gracias a una legislación de urgencia que salvó la debacle en la atención a la población. Asimismo, la contención del crimen organizado que ha exigido del Estado un impresionante volumen de recursos y de ambas policías un despliegue sin precedentes, pero que sigue golpeando a las familias y a la comunidad nacional en su conjunto.

Ante cada suceso salen como chorro de agua hirviendo los voceros de oposición al Presidente Boric, exigiendo las penas del infierno hacia cualquiera que aparezca involucrado y, también, afortunadamente, surgen voces que piden coherentemente un camino de solución a la situación ocurrida.

En suma, es un hecho reiterado que hay dos visiones: unos, la derecha revanchista quiere provocar una regresión autoritaria que borre los avances sociales y económicos logrados desde 1989 hasta hoy; por el contrario, las fuerzas democráticas responsables trabajan para consolidar el régimen democrático e incorporar los cambios necesarios que reviertan injusticias inaceptables y que la dignidad y la justicia social lo fortalezcan. Esas son las voluntades que marcan el Chile de hoy.

El autoritarismo ultraconservador pretende establecer que la defensa de los derechos y libertades democráticas significan debilidad ante los hechos de corrupción o hacia los delincuentes. Esa es una burda manipulación de las circunstancias. Lo que pasa es que en el comportamiento de la derecha no vale la importancia de los hechos, lo que les importa es chocar frontalmente con el gobierno y paralizarlo, conducta que ha recrudecido en el último tiempo.

La ultraderecha quiere enervar la situación política y agudizar el conflicto ilimitadamente. Por eso, no hay que pisar el palito en todos y cada uno de los enfrentamientos que artificialmente intenta generar creando un clima turbio, inestable, que no es la realidad de Chile. El objetivo que buscan es sacar ilegitima ventaja electoral provocando desorden social e inestabilidad democrática.

Sin embargo, la derecha tiene "tejado de vidrio" con la burda maniobra institucional de comprometer la honra del Ejército de Chile y mentir sin pudor alguno declarando a Pinochet enfermo mental para forzar al gobierno del Reino Unido a devolver al exdictador a Chile. La gráfica fue elocuente: tanto en el Aeropuerto de Pudahuel como saludando en los salones de su opulenta residencia, los partidarios de la dictadura transpiran satisfacción abrazando al octogenario ex dictador poco después de declararlo con Alzheimer. Una burla a la justicia, no importó el prestigio de Chile frente a la comunidad internacional, lo que valía era cumplirle a Pinochet y que regresara al país

A esa conducta oprobiosa se agrega el largo listado de colusiones en diversas áreas de la economía para especular, imponer precios monopólicos y aumentar las ganancias por diferentes grupos controladores de áreas decisivas del esfuerzo productivo del país. Este comportamiento cínico es el principal factor de deterioro de la política en el último periodo. Ahora, con la ultraderecha se instaló también una voluntad de destrucción del adversario a cualquier precio y recurriendo a la utilización de cualquier práctica o método. Ese comportamiento al único fin que lleva es a la ingobernabilidad.

Por eso, es tan importante que la Cuenta Pública del Presidente Boric, este 1 de junio, se haya fundado en el objetivo persistente del robustecimiento de la gobernabilidad democrática y en la tarea desarrollada para afianzar la economía y la marcha del país, haciéndose cargo del tema de la seguridad pública como reto principal de este período. Una Cuenta Publica veraz y sobria que desinfla la cínica histeria de la derecha sostenida en que el país estaba "quebrado". Por el contrario, Chile ha sido capaz de avanzar y fortalecerse.

Así se confirma una larga tradición, la izquierda y las fuerzas progresistas son las corrientes políticas y de pensamiento que bregan por el bien común del país en su conjunto y avanzan incorporando los intereses populares que han defendido históricamente. Esa línea estratégica es esencial para el futuro de la izquierda chilena. Por su parte, la derecha dura, reaccionaria, así como, la extrema derecha vociferante, son sectores mezquinos cuyo objetivo estratégico no es la consolidación del régimen democrático sino que acceder al poder al precio que sea con procedimientos nefastos e ilegítimos. No hay que olvidarlo.

En definitiva, Chile enfrenta una bifurcación en el camino: una alternativa está saturada de prejuicios y discriminaciones con la idea cierta de una regresión autoritaria, la otra opción es revitalizar la democracia, superar sus limitaciones, lograr nuevas reformas que robustezcan el Estado de Derecho y afiancen las libertades ciudadanas. La opción es dar continuidad a la tarea que se inició hace 35 años con la derrota de la dictadura.

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