Consulta ciudadana de Unidad Constituyente, "más vale tarde que nunca"

Si se tiene la posibilidad de tener un trabajo, un espacio afectivo contenido y una salud básicamente estable, podemos mirar lo que pasa en nuestro país, Chile, con razonable optimismo. Después de 17 años de dictadura, la que marcó un período de aprendizaje complejo y relevante en las biografías personales y sociales, luego, 30 años de avances democráticos con rediseños personales, sociales y culturales; hoy enfrentamos una crisis institucional, económica y ambiental que demanda un cambio profundo.

Estos últimos 2 años pareciera que se produce un rebaraje de los naipes, se consolida una síntesis de aprendizajes y aparece un presente que nos ha obligado a mirar y enfrentar el futuro desde nuevos procesos colectivos. El cambio cultural está emergiendo con fuerza como una realidad cotidiana.

Señales del nuevo estado de ánimo son, por ejemplo, la aprobación de la ley de matrimonio igualitario, la cual se hizo sin mayores ceremonias, como un paso natural en la consecución de derechos e igualdad ciudadana. De la misma manera las primarias legales concitaron una participación sustantiva y la Convención Constitucional eligió a una mujer mapuche como presidenta. Todo ocurrió en medio de una sensación de alivio cultural. Finalmente ganamos todos.

Así, los chilenos, vistos en perspectiva, sin la conciencia clara de su protagonismo cotidiano, hemos sido capaces de avanzar relativamente rápido, pero seguros y reconstruyendo las confianzas, en la dirección de transformar nuestro convivir hacia nuevos paradigmas más integradores. Es mérito de la sociedad organizada en movimientos sociales y partidos, pero sobre todo de una gran cantidad de personas que viven, sienten y resignifican su realidad desde el existir cotidiano, que se expresa en debates hogareños, que escuchan y aprenden del validado cercano. Son vivencias y liderazgos a la mano los que construyen nuevas realidades.

Lo anterior admite mirar el futuro con moderado optimismo, en la medida que se encuentren esas vivencias y liderazgos y se confíe en cauces democráticos de validación, lo que permitirá que el país que se está gestando sea cualitativamente mejor. Los miedos de muchos también serán parte de las condicionantes del límite social democráticamente aceptado e incluido.

El llamado y el compromiso deben ser a expresarse sin temores, a la competencia democrática, al debate de ideas, a la transparencia y a la comunicación coherente y consecuente.

Por ello, el llamado a la consulta ciudadana de Unidad Constituyente es un paso más de construcción de liderazgos y visiones país. Como dice el refrán "más vale tarde que nunca". Bienvenida sea más y mejor democracia.

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