¿Cuáles son los NO de hoy? El Chile que nos debemos

La épica del 5 de octubre, hace 30 años, representa un curioso caso de triunfo de una alternativa que tenía, como representación, una invitación negativa: el NO. 

Sin embargo, este grito, que recorrió lo más profundo del país, tenía, en su esencia fundamental, la promesa de algo eminentemente positivo. Este NO era la invitación a lo que vendría, el triunfo de la democracia. 

Hoy el país es distinto. Desde luego, porque la libertad, aspiración suprema de todos los seres humanos, solo es posible en un régimen democrático; ese es el logro primero, luego de derrotar a la dictadura. 

En segundo lugar, porque, más allá de las luces y sombras de este período, hoy Chile es mejor del que teníamos el año 1988.

La pobreza ha disminuido a menos de un tercio; el desempleo se mantiene como de los más bajos de la región; se extiende la educación superior a más de un millón de estudiantes; se legisla a favor de la no discriminación de las mujeres y se aprueba una moderna legislación de identidad de género; las organizaciones sociales tienen amplia libertad para funcionar y, hemos podido reformar el sistema electoral, para asegurar una debida representación política de todos los sectores, en el parlamento. 

Por cierto, hay muchos temas pendientes, sobre los cuales se debe seguir trabajando, en el marco de las instituciones propias de la democracia representativa. 

Incremento de las pensiones; mejoramiento de la calidad de la educación y ampliación de la gratuidad; mayor rapidez en el aumento del salario mínimo; disminución de la inequidad territorial; eliminación de los abusos en las relaciones comerciales y de consumo y, por sobre todo, disminución de toda forma de inequidad, son elementos que deberán preocupar a las generaciones actuales y futuras, lo que debiera dar paso a la modernización de las instituciones democráticas. 

Hoy, todos los hombres y mujeres, menores de 48 años, no votaron el 5 de octubre de 1988, es decir, aproximadamente el 70% de la población, de los cuales, aproximadamente, 40% ni siquiera había nacido. 

Este es un dato que no se puede soslayar, cuando conmemoramos esta fecha tan significativa. 

¿Cuáles son los No de hoy? 

Esa es la demanda que levantan las nuevas generaciones y que, con algo de razón, interpelan a los que ayer vivieron la épica de la recuperación de la democracia. Pero, los jóvenes y adultos de hoy tienen, en esta fase, también una obligación. 

Así como el triunfo del NO, que constituía el rechazo y la necesidad de terminar con la dictadura, era indisoluble de la afirmación positiva de reconstruir el régimen democrático, lo que, probablemente, sea un proceso aún inconcluso, faltando la elaboración y aprobación de una nueva Constitución, que reemplace la impuesta en dictadura. 

Las nuevas generaciones tendrán entonces que proponer, para los próximos 30 años, cual es la promesa de lo que vendrá, luego de movilizarse, con toda razón, por los NO vigentes. 

En lo personal, reitero mi compromiso por más justicia, igualdad, libertades y fin a los abusos y discriminaciones.

El país la espera.

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