Habitualmente se identifica la agresión criminal desde el poder con la política y a la corrupción, con prácticas realizadas por personeros investidos de autoridad, sea en jefaturas de gobierno, cargos ministeriales, castrenses, parlamentarios, judiciales o municipales.
Pero, hechos crimínales y corruptos están conectados también con agentes empresariales que pagan altas sumas para obtener licitaciones o contratos, apropiarse de concesiones diversas, ignorar colusiones u otras decisiones que engrosan voluminosas propiedades y favorecen sus enormes negocios. También en la vergonzosa lista de las agresiones están numerosos pederastas camuflados y emboscados en su condición de religiosos o familiares de las víctimas.
Ahora en la sociedad global aparece otra especie de delincuente, famoso y millonario, ídolo de multitudes, que cree puede hacer lo que le viene en gana. Un caso reciente es una rutilante estrella de fútbol encarcelada en Barcelona, por una brutal agresión sexual en contra de una ciudadana española. Es el caso de quien piensa que la fama y el dinero le permiten, a quien los posee, hacer lo que le viene en gana. Lamentablemente no es el primero, ya ha habido denuncias similares en Italia, Reino Unido y otros países.
Se trata de atroces agresiones sexuales, sin duda provocadas por el convencimiento de tener impunidad, que el poder de una enorme fortuna o el glamour de la fama conllevan impunidad, que la mujer violada y humillada o el niño o niña violentados, no tendrán más alternativa que someterse ante el brutal ataque sufrido y guardar silencio.
De hombres bestiales están llenas las páginas de la historia de Chile, por eso, los Tribunales de Justicia siguen investigando, casi medio siglo después, terribles acciones criminales como la Caravana de la Muerte, las ejecuciones en Pisagua, los fusilamientos en el Estadio Nacional, aberraciones como las realizadas en la llamada Colonia Dignidad o en los centros de tormentos como Villa Grimaldi, hoy el Parque por la Paz, el triple degollamiento de tres profesionales comunistas, o el caso quemados, hechos atroces cometidas por agentes de la DINA y otras estructuras criminales, bajo el pretexto de ser los "aparatos de seguridad", cuyo objetivo era asegurar la permanencia de Pinochet en el poder para lo cual ejecutaron acciones de terrorismo de Estado, definidas por el Derecho Internacional Humanitario como crímenes de lesa humanidad.
Esta estremecedora realidad fue también vívida amargamente en Argentina, Uruguay, Bolivia y Paraguay, los que se asociaron con la tiranía pinochetista en la llamada "Operación Cóndor", cuyo fin fue apresar, secuestrar y asesinar a jóvenes de izquierda, "peligrosos" para la supervivencia de las brutales dictaduras entonces imperantes.
No es casual que el prototipo de ese tipo de individuos, repulsivos y bestiales, haciendo apología de machismo y homofobia se involucren en la contingencia política apoyando a la ultraderecha y sus fines fascistoides.
Así se confirma que el dinero en sí mismo no es garantía civilizadora, por el contrario, incita aberraciones increíbles. Son los valores de una cultura democrática y humanista los que deben lograr que el hombre respete a la mujer y a la infancia en su condición de tales, hay que perseverar para conseguir que la dignidad del ser humano sea una realidad y que cada persona sea respetada en el diario vivir.
En suma, como pidió Jack London, la visión humanista aspira a que el hombre deje de ser el lobo del hombre y se convierta en su hermano. Sin la ciudadanía alerta el poder económico o político, incluso la fama, se convierten en un arma mortífera en contra del ser humano.
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