El Acuerdo Nacional necesario y urgente

Una vez más el Presidente de la República ha perdido la oportunidad de generar hechos políticos relevantes que marquen su gestión y ha hecho una maniobra penosa en la obsesión por estar en los medios de comunicación todos los días para subir en las encuestas.

Así convocó, con gran despliegue noticioso, a los otros poderes del Estado para alcanzar un Acuerdo Nacional sobre la Araucanía en vista de los hechos de violencia que se vienen repitiendo de manera sistemática y con una gravedad preocupante. Para sorpresa de todos, una vez finalizada tan importante reunión el Presidente dio a conocer los resultados y simplemente repitió exactamente las mismas generalidades con las que fundamentó ante el país la convocatoria a dicha reunión. Desde luego, tampoco supimos lo que pensaron de la reunión y de su final el Presidente de la Corte Suprema ni mucho menos el Contralor o el Presidente de la Cámara de Diputados ya que una vez que el señor Presidente terminó su intervención todos procedieron a retirarse.

Pequeño detalle: todos olvidaron y dejaron hablando sola nada menos que a la segunda autoridad política del país, la presidenta del Senado. Creo que todo el país valora y saluda el coraje con que ella ha ejercido sus responsabilidades y aquello que, en la tradición republicana, nos enorgullecía de nuestras autoridades y que llamamos "la dignidad del cargo". Con serena firmeza expuso sus puntos de vista disidentes y apuntó al análisis de fondo que necesitamos como país sobre la situación comentada. ¡Qué contraste con la intervención del Presidente y su actitud que demuestra simplemente su desprecio a las opiniones disonantes y su nulo respeto y empatía hacia las mujeres...!

Este llamado del Presidente parte, además, de un lugar común en que todos los sectores dicen coincidir: los hechos de violencia no representan y no deben confundirse con "las demandas del pueblo mapuche" y, por tanto, es posible seguir ignorando éstas últimas para concentrarse sólo en reprimir y "resolver" la violencia que deriva del narcotráfico, la delincuencia y el terrorismo. Y para ello, la solución única que se trata de imponer es el recurso a las fuerzas armadas y la necesidad de "militarizar" la región. ¡Apaguemos el fuego con bencina!

Militando en la oposición a este gobierno, sin embargo, no soy de los que creen que los pueblos pueden detenerse y esperar tranquilamente que sus problemas más urgentes sean resueltos por un próximo gobierno. La historia no se detiene ni puede permitirse tomar vacaciones. Los problemas no resueltos serán cada vez más graves.

Por eso, le formulo respetuosamente una sugerencia señor Presidente que estoy seguro le permitiría no sólo remontar en las encuestas sino dar trascendencia a su obra de gobernante.

Convoque con dignidad y con humildad al verdadero Acuerdo Nacional necesario. Efectivamente, aquel que dé respuesta a las legítimas demandas del pueblo mapuche.

Un acuerdo que sólo podrá nacer de un verdadero diálogo en que estén representados todos los poderes del Estado y todos los sectores de la vida nacional junto a las comunidades del pueblo mapuche y sus legítimos dignatarios sin exclusiones.

Le propongo además que puedan ser garantes de este gran Acuerdo Nacional los Rectores de las Universidades chilenas.

Por supuesto, como se reconoce habitualmente se trata de problemas culturales, de respetar su lengua, de valorar su cosmovisión y su relación privilegiada con la madre tierra, de mantener una educación que permita dar continuidad a su identidad como pueblo. Todo ello debe ser considerado, pero todos sabemos que históricamente debemos reparar la demanda territorial con un proceso efectivo de devolución de tierras no a cuenta gotas sino creando espacios geográficos con niveles de autonomía que no significan necesariamente la creación de un estado "al interior del estado".

Gobiernos de distinto signo han fracasado en este deber, usted tiene una oportunidad histórica ¿por qué no la aprovecha?

Parece un proceso difícil ciertamente, pero si lo hacemos, habremos alcanzado una Paz estable y duradera para la región con dignidad, respeto y posibilidades de soñar un futuro para todos los habitantes del territorio.

Y, además, muchas de sus conclusiones podrán ser incorporadas en el texto constitucional que emanará del proceso constituyente, más allá "del reconocimiento constitucional a los pueblos originarios".

Hecho esto, será el momento de homenajear y reparar a todas las víctimas de las diferentes formas de violencia que nos han dividido durante décadas.

No tenga dudas que, en ese momento, podremos aislar y combatir a la violencia delincuencial e irracional con el concurso de todos los habitantes del territorio.

No existe otro Acuerdo Nacional más urgente y necesario.

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