El derecho a veto de la derecha

Es sabido que la derecha en la dictadura militar tuvo un papel protagónico y se jugó por la continuidad de Pinochet. Habiendo perdido esa opción y posteriormente con la Presidencia con Patricio Aylwin, vio que tendría que entrar a la arena política y le pareció necesario hacer algunas concesiones que lavaran su imagen ante el país. Ese fue el papel que cumplió Sergio Onofre Jarpa.

Se establecieron acuerdos, algunos aceptados por Pinochet y otros quedaron con el compromiso de ser abordado durante el gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia. Sin embargo, estos acuerdos no fueron asumidos por esa derecha, que con los senadores designados, tenía un gran poder de veto.

Mientras los senadores designados eran funcionales a sus intereses, se negaron sistemáticamente a cualquier cambio constitucional al respecto, pero cuando el 2005 vislumbraron que la correlación se venía en su contra, allí abrieron la compuerta y permitieron terminar con éstos.

La historia de este poder de veto es muy larga y excede el espacio de esta columna. Solo basta recordar que se opusieron sistemáticamente a la gestación de una nueva Constitución. Basta recordar cuanto cuestionaron la propuesta de la Presidenta Bachelet, la que en un público evento en CasaPiedra el gobierno de Piñera anuncia que será archivado, con el beneplácito y el plauso de toda la derecha política y económica.

¿Qué los hizo cambiar de opinión?

El verse asfixiados por un estallido social que tuvo al Presidente Piñera casi en la lona. Se pedía su dimisión y pareció que la única forma de salvarlo es con este acuerdo por la paz y una nueva Constitución. Entonces, no fue una opción libre ni un interés real de dicho sector.

Cuando entraron al proceso constituyente, siempre pensaron que con los 2/3 exigidos para la aprobación de las normas ellos tenían un poder de veto, porque estaban seguro de que obtendrían al menos un tercio de los constituyentes. Cuando los resultados mostraron que no habían alcanzado esta proporción de votos, la crisis fue tremenda.

Desde ese momento y antes que se iniciara la Convención Constitucional, ya estaban manifestando su desaprobación y algunos que habían votado rechazo a una nueva constitución, ahora insólitamente estaban redactando la nueva. Era de suponer que desde la primera norma a la última optarían por el rechazo. Sin embargo, había otros que habían aprobado la realización de la nueva Constitución y tuvieron una actitud distinta en el proceso.

Como no podían gestar su histórico poder de veto, ahora declaraban que no estaban siendo considerados y que la izquierda le estaba pasando una aplanadora. Al respecto quisiera hacer dos reflexiones:

Primero, el promedio de votación de las normas de la propuesta de Nueva Constitución fue de 122 votos, algo superior al mínimo exigido (103). Eso nos demuestra matemáticamente que muchos de las normas contaron con votación de la derecha, de lo contrario los números no dan.

Segundo, hoy exigen lo que en la historia nunca han estado dispuestos a considerar. Siempre se han opuesto a planteamientos de la mayoría con su poder de veto y poco o nada les ha interesado considerarlos. Muy por el contrario, siempre sus intereses prevalecen. Ahora reclaman su consideración.

Su posición frente al Rechazo es justamente porque quieren recuperar este poder de veto que perdieron y por lo mismo invalidan el valor de la nueva propuesta. Es cierto hay otros de centro izquierda que también lo hacen de muy buena fe, pero creo que al final serán utilizados por este sector.

Rechazar será volver a la Constitución anterior y para modificarla habría que entrar a picar muy profundo, desde los principios explícitos e implícitos que la sostienen e implicaría que los partidos de derecha, que históricamente se han opuesto a sus grandes transformaciones, hoy entren en un nuevo nivel de consciencia. En la historia podemos escudriñar muchos compromisos no cumplidos.

Aprobar significa partir de una Constitución muy diferente. Desde el sálvese quién puede de la anterior pasamos a declararnos una "República Solidaria" (art 1 nº2). Es una diferencia sideral que se ve reflejada en todos sus artículos. Modificarla, en todas aquellas cosas que generan críticas y ruidos, con el actual congreso parece mucho más realista.

Es hora de una reflexión debidamente informada y que pongamos en primer lugar los intereses del bien común y muy especialmente de quienes históricamente han sido postergados y que en justicia, solidaridad y dignidad, merecen nuestra mayor atención.

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