El nuevo desafío del socialismo chileno

La crisis del sistema de partidos políticos se ha hecho sentir en el mundo afectando la estabilidad del régimen democrático, incluso, en diversos casos, surgieron expresiones de extrema derecha que derrotaron a formaciones políticas de larguísima tradición como Italia en que sus fuertes y centenarios partidos de izquierda y centroizquierda fueron desplazados por la ultraderecha.

Lamentablemente, no es el único caso. En Alemania, una formación política de tanta trayectoria como el Partido Social Demócrata también se ha visto debilitada y ha reaparecido la ultraderecha, en localidades obreras y populares correspondientes a regiones de ambos Estados alemanes del período de la guerra fría, es la reedición de un neofascismo visceral con un discurso de intolerancia, odio y racismo.

Este fenómeno también se hizo presente en el centro hegemónico del capitalismo mundial, en los Estados Unidos, a través de la instalación de Donald Trump y el núcleo principal de la oligarquía tecnológica y financiera que lo acompaña e impulsa, tras el aparente propósito de reimplantar la base industrial en el territorio de Estados Unidos, intentando reponer en sus ciudades y localidades la diversificada red productiva hoy ramificada en el conjunto del planeta.

En su vía populista, Trump logró hacer un lado a la tecno burocracia del Partido Republicano, sometiéndolo a su voluntad sin contrapeso alguno y también derrotó electoralmente al Partido Demócrata y su influyente red de apoyo en el territorio y en los sindicatos. Su retórica legitimante repone el odio racial y desata una visceral xenofobia represiva hacia millones de inmigrantes. Su retórica lanza a la clase trabajadora en contra de un falso adversario.

En la globalización el apogeo del libre mercantilismo alimenta fuerzas autoritarias, incrementa el crimen organizado, atomiza los movimientos sociales, debilita el régimen democrático y presiona hacia una regresión social cuyos límites se desconocen.

En Chile, la positiva experiencia de la Concertación concluyó y la alianza política que dirigió el país durante 20 años, ni más ni menos que el periodo de reinstalación del régimen democrático luego de la dictadura, también fue desplazada; sin embargo, la derecha que asumió el poder con la idea de estar gobernando otros 20 años se vio derrotada y cuestionada por el estallido social de octubre-noviembre de 2019.

En ese contexto, el 2021 una nueva fuerza política de izquierda -el Frente Amplio- logró que uno de los suyos, Gabriel Boric, alcanzara la Presidencia de la República. En la segunda vuelta el Partido Socialista lo apoyó sin condiciones, y una vez electo, el nuevo Mandatario invitó al socialismo chileno a incorporarse al gabinete ministerial que tomaba en sus manos el gobierno del país.

Así, después de una larga inactividad en el período de la pandemia, el PS retomó las labores propias de la conducción del Estado, así como, se reactivó en los frentes sociales, en los municipios y gobernaciones regionales, y en el conjunto del territorio nacional. Por eso, alcanzó nuevamente la presidencia de la CUT, principal organización sindical del país y se reincorporó a la dirección del movimiento estudiantil, también amplió su presencia en los municipios, gobernaciones y consejos regionales.

Desde un semi receso impuesto por las obligaciones sanitarias, el Partido Socialista debió enfrentar dos plebiscitos sucesivos, elecciones de alcaldes, gobernadores, concejos municipales y consejeros regionales, así como, recientemente, sus propias elecciones internas; en su conjunto ese esfuerzo social y territorial fue enorme y se revitalizó el PS. Hay solo una comuna de nuestro largo territorio en que no hay militantes socialistas.

Pero, no hay que caer en la autocomplacencia, el desafío histórico es inmenso y el partido debe crecer y fortalecerse. También debe superar prácticas que le han causado un grave daño como nocivos casos de corrupción y el fenómeno del personalismo en materias que, necesariamente, debieran ser decisiones de los órganos colectivos cuya misión es salvaguardar los objetivos socialistas y los intereses del país.

Hay que bregar por la democracia cada día, las afirmaciones de la candidata Matthei así lo indican, desnudó el auténtico pensamiento de la derecha chilena: que las horrorosas muertes y los tormentos de miles de chilenos y chilenas cometidas por la dictadura de Pinochet eran "inevitables". Se confirma que la derecha anda con el puñal bajo el poncho. Por eso, afianzar el régimen democrático requiere una sólida mayoría nacional que así lo garantice.

La memoria del Presidente Allende y el legado de nuestros mártires, caídos en la lucha contra la dictadura, son factores fundamentales en la brega socialista, mientras partidos de gran tradición e importancia pierden su gravitación, el PS ha reforzado su organización territorial y ha ampliado su presencia en las fuerzas sociales más significativas.

Chile enfrenta elecciones presidenciales y parlamentarias en noviembre, el PS ha pedido a su presidenta, Paulina Vodanovic, competir en las primarias del próximo 29 de junio, así nuevamente recogerá los anhelos de millones de chilenos y chilenas para convertirlos en programa de gobierno actualizando su plataforma en la lucha por la democracia y la justicia social. Ese es el gran desafío del socialismo chileno, lograr una mayoría popular y nacional que impida la regresión ultraconservadora en Chile.

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