El peligro del síndrome “ibañista” en el PS

Me parece que lo que ocurre dentro del PS es bastante parecido a lo que sucedió en las elecciones de 1952.

Aunque no existía la paranoia de las encuestas, el ambiente favorable a las generalidades discursivas de Ibáñez se notaba en el ambiente. El slogan de la escoba para barrer la mugre del gobierno radical, cundía como mancha de aceite en la ciudadanía.

Tal era la sensación de ganador de Ibáñez, que incluso se formó un partido ad-hoc, el partido agrario-laborista que logró agrupar un conjunto de personas oportunistas  que vieron la posibilidad de lograr asientos en el parlamento. Y eso ocurrió. Los tradicionales miembros de la oligarquía política de conservadores, liberales y también de los estandartes de la izquierda, se vieron sorprendidos por la necesidad de compartir en las cámaras parlamentarias con los recién llegados, ibañistas.

Entonces, el PS ante la popularidad evidente de Ibáñez se entusiasmó y apoyó al General. Eso significó la división del PS.  Allende se negó a ese apoyo y se quedó con el PS de Chile como marca. Los “ibañistas” del PS comandados por Clodomiro Almeyda, Raúl Ampuero, Carlos Altamirano entraron al gobierno y fundaron la Unión Socialista Popular.

Creo que está pasando algo similar en el PS hoy. El entusiasmo por la popularidad y un cierto aire populista de Guillier, lleva a algunos dirigentes sin mucha densidad ideológica y política a proclamar su afinidad por ese personaje. Mi pregunta es quiénes son estos propulsores.

Por de pronto hay un ingrediente muy decidor. Se trata que en el Comité Central del PS que debe definir el tema presidencial, el 80% de sus miembros son funcionarios públicos y entonces el vértigo de perder con otro candidato que no sea Guillier por su posición en las encuestas, no resulta una opción aceptable. Hay que definirse por el posible hipotético ganador. Es decir, el que me garantice mantener mi puesto o cargo.

Pero vale la pena diferenciar el entusiasmo “ibañista” del PS en el 52 del entusiasmo guillierista del 2017. Aquel era contra un gobierno radical de González Videla,  corrupto y represivo (recordemos la persecución contra los comunistas) con una ley torpe como se la llamó: ley de defensa de la democracia. ¿Se imaginan los lectores que la DINA de Pinochet hubiera usado tal definición para estructurar su aparato criminal represivo?

Pero volvamos al dilema del PS. La cuestión es definir si se está por Lagos o por Guillier, esa es la cuestión principal. O se está por quien representa una densidad política sólida para dirigir un gobierno o una fantasía de popularidad que no dice nada. Dentro del PS las aspiraciones de Insulza y Atria son más bien un adorno superficial ante el dilema principal.

Entonces, somos muchos dirigentes y dignatarios del PS que estamos por Lagos por su calidad de estadista, de buen socialista en los momentos en que había que trabajar por la unidad del PS, lo que hizo desde su grupo llamado los “suizos” para definir su posición en la disputa principal del PS en los 80 entre renovados y almeydistas, con el fin de acercar posiciones entre tales facciones.

En definitiva, no se puede abrir un espacio en el PS para una especie de nuevo ibañismo.   

 

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