El Presidente Boric y el sentido de la política

El triunfo de Gabriel Boric alegra y llena de esperanza, sin embargo, también llama a la reflexión. Debemos ser conscientes de que los cambios no se producirán mágicamente, ya que siguen imperando en nuestro Chile las lógicas de mercado, expresadas en el modelo de libre competencia. El descuido y maltrato que este sistema genera para la mayoría de los chilenos/as es un mal recuerdo de que quienes mandan y dirigen el país son los dueños del capital.

Es un imperativo ético que el Presidente electo busque concretar los puntos de su programa de gobierno, que son en definitiva los que lo llevaron al poder. Es allí donde debe marcar una diferencia sustancial que responda a las demandas que provocaron la revuelta social de octubre de 2019 y que han sido el detonante de los cambios de este último período. No servirán pequeños matices o esfuerzos, no servirá la "medida de lo posible"; se debe marcar una profunda diferencia, y esa diferencia no se trata del logro efectivo de las demandas sociales más sentidas, se trata de generar la convicción en las personas que se hizo todo para que estas se concretaran y si eventualmente fallaran, no se debió a componendas y acomodos, se debió a que, como siempre, la derecha salió a respaldar los intereses de los grandes y no de los pequeños.

En esta idea, una de las tareas del Presidente electo Gabriel Boric debiera ser poner al hoy Estado opresor, que se ha distinguido estas últimas décadas por ser protector de los intereses de los más poderosos, ahora en resguardo y protección de los intereses de los más pobres y marginados de la sociedad.

Esto exige necesariamente que el pueblo, que no quiere o no puede visualizar que la única manera de lograr cambios profundos en la vida social pasa por adquirir conciencia que lo (nos) mueva a superar la cultura de egoismo, individualismo, consumismo y competencia que nos envuelve y nos atrapa, para así ser capaz de imaginar nuevos modelos de desarrollo y de convivencia social que hagan posible la superación del capitalismo. Esa es una tarea que viene de abajo, de las comunidades y de las diversas organizaciones sociales, culturales, religiosas, políticas que conjuntamente comprendan que son ellos/as en definitiva los artífices de la historia.

Lo anterior se logra desde el apoyo mutuo y el quehacer común, poniendo el énfasis en cambiar el modelo de producción capitalista, que al poner el acento en el consumismo produce la "alienación del trabajo" y "el fetichismo de la mercancia", los cuales tienen como único objetivo más y más mercado a costa del sometimiento laboral, corporal y emocional de las personas, no dando cabida a la posibilidad de desarrollar nuevas formas de producción más justas y equitativas en la manera de administrar la sociedad, lo que se constituye como uno de los grandes causantes de los males de nuestro Chile.

Las élites intelectuales han nombrado esta etapa, que se inicia con el triunfo del Presidente Gabriel Boric, como un "nuevo Ciclo en la forma de hacer política", pero para que ello sea así y no otra forma de perfeccionamiento y consolidación de una lógica de mercado, que atraviesa todos las estructuras de la sociedad, es necesario que la política sea mucho más que el arte de administrar el poder, los recursos o las crisis. La política no puede pretender sólo la búsqueda de lo eficaz, ni ser solo estrategia, cálculo y acción organizada.

La política es esencialmente vocación de servicio, que busca, promueve y construye la amistad social para la generación del bien preferentemente de los más pobres, marginados y por ello excluidos. Sólo de este modo la política colabora a que el pueblo se torne protagonista de su historia y así se evita que las clases hegemónicas, opresoras y poderosas crean que son ellas quienes pueden decidirlo todo.

Es por ello que hacer política no puede reducirse a técnicas, recursos humanos, capacidad de diálogo y persuasión; esto no sirve solo. El político debe estar en medio de la gente y colaborar junto a ellos, para que el pueblo, que es soberano, sea el protagonista de su historia. El componente esencial de la política es la ética, y esperamos que esa sea la concepción que dirija la acción política del presidente Gabriel Boric.

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