El que no llora no mama

La comunidad de Pelequén estaba sufriendo los malos olores de un vertedero de lodos que funcionaba mal, que no respetaba la autorización de calificación ambiental que lo había autorizado, que era de un tamaño significativamente mayor al del proyecto original, que había manipulado la información respecto a la distancia de lugares habitados, que en fin, no debía estar funcionando.

Dicen que habían hablado con diversas autoridades locales y regionales, de los sectores que tienen responsabilidad en fiscalizar el cumplimiento de las resoluciones de calificación ambiental, incluidas las sanitarias, pero no habían sido escuchados. Y los efectos se apreciaban en los malos olores, la sobrepoblación de moscas, etc. Su calidad de vida estaba siendo negativamente afectada.

Concluyeron que no podían seguir esperando y que debían presionar para obtener un cambio en la situación; venía el feriado de semana santa y ellos están al borde de la ruta 5 sur. Decidieron manifestarse el sábado en la noche.

La reacción de la autoridad fue implacable. Siguiendo el “modelo Hinzpeter”, se envió a la pequeña localidad un guanaco, un zorrillo, fuerzas especiales y se generó un enfrentamiento como el que ya estamos acostumbrados a ver reporteados por la televisión.

Los malos olores siguieron, habiéndose agregado los que generan el zorrillo y las bombas de gases lacrimógenos.

Venía la vuelta a Santiago y era el momento de volver a llamar la atención. Se tomaron la carretera, en forma planificada y eficiente y provocaron un taco de 40 kms. Todo un nuevo récord alcanzado en este gobierno.

Al día siguiente, por arte de magia, la autoridad regional reaccionó. Se reunió la Comisión Regional del Medio Ambiente, constataron los graves daños que se estaban produciendo, suspendieron el permiso de funcionamiento del vertedero por 90 días, instauraron una investigación para determinar responsabilidades, y señalaron que no permitirían flagrantes violaciones a la normativa y a las condiciones de aprobación ambiental.

Pero junto a lo anterior, el dueño del vertedero, señaló que no era suficiente que le suspendieran el permiso por 90 días, sino que él, producto de su conciencia ambiental y por el respeto que le tiene a la comunidad, cerraría definitivamente el vertedero y que transformaría el predio de 140 hectáreas en una reserva natural y ecológica.

La comunidad de Pelequén había triunfado en toda la línea. Eso daba para celebrar y fuimos testigos como se reunieron y alrededor de grandes parrillas, empezaron a respirar nuevos aires.

El caso Pelequén demuestra la grave incapacidad de este gobierno en observar situaciones en las cuales potenciales conflictos se pueden generar, en conocer el potencial de organización y de reacción de las comunidades afectadas, en tener una evaluación constante de estas situaciones y en prever medidas para poder solucionarlas.

Mas aún, demuestra una falta de coordinación central del gobierno en darle seguimiento a los conflictos, a reunir a los entes públicos responsable – sean nacionales o regionales – en exigirles conocer las realidades, aplicar fiscalizaciones, en tener presencia en terreno, en escuchar a las comunidades, en fin, en actuar preventivamente para solucionar problemas que deben ser enfrentados por la autoridad.

Pelequén no es el primer caso; lo antecedieron Barrancones, Magallanes, Aysén, los estudiantes y varios otros. Y puede ser, que si no cambia esta forma de gestionar el gobierno, vendrán muchos otros.

Esta nueva forma de gobernar tiene funestas consecuencias para la gobernabilidad en el país.

Afirma la sensación en las comunidades organizadas que sólo presionando es posible sensibilizar a las autoridades para ser escuchados y que sólo con medidas de fuerza, que tengan impacto mediático y afecten a muchos otros ciudadanos no directamente involucrados en el caso, podrán obligar a las autoridades a reaccionar.

Confirma a los inversionistas, productores y empresarios que no se están cumpliendo las reglas del juego y por lo tanto disminuyen los incentivos a emprender nuevos proyectos.

Contribuye a aumentar el desprestigio de las autoridades y del sistema político, como instancia para resolver razonablemente las controversias.

Lleva a que analistas internacionales señalen que el Presidente es inepto para gobernar.

Lamentablemente esta nueva forma de gobernar no sólo afecta al gobierno que la implementa. Va creando una nueva realidad, que en la medida que se vaya instalando como la prevaleciente, marcará la forma como se enfrentarán los conflictos o las controversias en el futuro. Está contribuyendo a minar el funcionamiento de las instituciones y de la institucionalidad, que tanto ha costado reconstituir.

En el programa de gobierno de la candidatura de la Alianza por Chile se definía la nueva forma de gobernar como un presidente todo terreno 24/7, como el fin al cuoteo político, un servicio público al servicio de los ciudadanos y no de los partidos políticos y una actuación con un sentido de urgencia.

Si vemos estos dos primeros años, son otros los elementos que la caracterizan.

Ciertamente se les olvidó la que ha pasado a ser la preponderante:el que no llora no mama.

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