Poco a poco los chilenos están despertando y les va cayendo la teja sobre la trampa que hay detrás del interés del Frente Amplio y el PC, de hacerse un traje a la medida con el reglamento interno de la Convención Constituyente. Hace tiempo que venimos denunciando de la mala fe con que este sector más radical pretende abordar el proceso constituyente, incluyendo su reglamento. Éste se convirtió irremediablemente en un reglamento maldito.
A la profunda decepción que causa en la ciudadanía el monopolio de los partidos políticos en la elección de los constituyentes, quienes dejaron a millones de independientes sentados en la banca de reserva, resulta que ahora algunos sectores del Apruebo nos quieren meter otro gol con el reglamento.
Aprovechándose del vacío que dejó el Acuerdo para la Paz y Nueva Constitución del 15 de noviembre, y la reforma constitucional consiguiente, se pretende torcer el espíritu de dicho acuerdo. No, no me refiero a la tolerancia y silencio cómplice frente a la violencia reinante. Eso, más que infringir el espíritu, fue una violación flagrante del acuerdo. Con el trofeo en la mano (la nueva Constitución), muchos prefirieron no honrar la palabra empeñada.
El reglamento se transformó, entonces, en el próximo botín de los más radicales del Apruebo. Solo así podrán dar cumplimiento a su promesa de la hoja en blanco y partir de cero en materia constitucional.
Así, estos rupturistas promueven que la votación de las propuestas se haga artículo por artículo, quedando fuera del texto constitucional aquellas que no logren una votación de 2/3.
Por su parte, los partidarios del Rechazo, basándose en la experiencia comparada y en el sentido común, sostienen que la Convención Constituyente debe pronunciarse sobre el texto completo de la nueva Constitución en una votación de cierre, de modo que solo aprobado ésta por dicho quórum, podrá someterse al plebiscito de salida.
Esta última opción es de toda lógica, pues una Constitución debe ser un texto orgánico, coherente y armónico, y no un adefesio jurídico, si ha de cumplir con su rol de Ley Fundalemtal.
Conscientes de la evidente intencionalidad de estos sectores del Apruebo, varios comentaristas y columnistas han denunciado esta situación a partir del día siguiente de la firma del acuerdo del 15/N.
Pero a tal punto ha llegado la desfachatez de esta maniobra, que un grupo de parlamentarios de RN presentó un proyecto de reforma constitucional para aclarar este vacío, lo que motivó una airada reacción de la oposición. En la misma línea, el único medio de comunicación que fijó una postura editorial sobre el Apruebo, ha debido salir a plantear su inquietud y preocupación frente al tema. Un poco tarde, pero necesario.
Frente a este vacío legislativo, mal podemos reclamar ni menos sorprendernos por el escaso rigor y deficiente trabajo de nuestros parlamentarios. La incertidumbre que genera esta situación en el resultado del proceso es de tal relevancia, que la opción Rechazo en el plebiscito de entrada cobra inusitada importancia para el futuro del país, salvo que usted se haya declarado socialdemócrata. En el peor de los casos, corresponderá a los futuros constituyentes enmendar este error y salvar el éxito del proceso. De ahí, que de haber elección de constituyentes, los chilenos deberán elegir bien a sus representantes ante la Convención.
No deje que lo engañen nuevamente. Mire que el reglamento está maldito. Por ello, la consecuencia política entre defender la Constitución vigente, votar rechazo en el plebiscito del 25/O y ser partidario de una votación de cierre en la Convención, será un criterio esencial para apoyar a los candidatos en una eventual elección de constituyentes.
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