El regreso del que nunca se fue

Andrés Chadwick siempre ha estado cerca de Piñera, a veces se le ve y otras no, pero todos saben que es así. Es el tipo de influencia que no requiere de visibilidad para hacerse presente. Si ahora sale a la luz es porque se necesita dar vocería a la conducción política de gobierno, hacer igualmente visible un giro que necesita de conocimiento público.

¿De qué se trata? Hasta hoy la derecha se había sumado a una agenda política concordada con la oposición, ahora se trata de cambiarla. Se trata de recuperar el terreno perdido entre el Estallido social y el inicio de la pandemia.

Esto parte de un diagnóstico obvio. Políticamente hablando, las condiciones han variado lo suficiente para considerar que estamos ante un nuevo comienzo. Y la propuesta consiste en que la derecha sepa aprovechar esta oportunidad.

Hasta hace poco este gobierno estaba pasando a la historia como ejemplo destacado de abandono de su propósito programático original. Sacudido por la crisis, había sido traído y llevado por los acontecimientos. Estaba gobernado con minúscula y era presionado con mayúsculas. Con la pandemia viene un borrón y cuenta nueva. Como dice Chadwick es por el manejo de esta crisis por lo que "va a ser enjuiciado y evaluado este gobierno".

No es solo que el gobierno se haya fortalecido, es también que la oposición se ha debilitado por su propia cuenta. Como no parece que estas condiciones vayan a cambiar durante varios meses, lo que hay que hacer es imponer los términos de un nuevo acuerdo, más acorde con el redefinido equilibrio de fuerzas.

En el punto central del intento está la decisión de mover el plebiscito del 25 de octubre. Este sería un golpe demoledor para la oposición. Tal como dice el ex ministro del Interior, "esta es la papa caliente del escenario político del futuro".

El ministro Blumel, siguiendo la argumentación de su predecesor, señala que "hoy día la prioridad es combatir la pandemia que no sabemos cuánto tiempo se va a extender", a lo cual la oposición ha reaccionado diciendo que es por esa misma razón que es inoficioso poner ese tema en discusión anticipada.

No tenemos por qué permitir que se convierta a la democracia en una víctima de la pandemia. Para no hablar de la completa tontería que significaría condicionar los procesos electorales a la presencia de una recesión económica.

Lo medular de esta propuesta no consiste en cambiar de fecha el plebiscito sino en cambiar el calendario electoral, modificando el momento en que se eligen los gobernadores regionales.

Se trata de una sugerencia, nada desinteresada, que busca concentrar elección de autoridades en el momento en que se elige presidente. La derecha evalúa que ésta es la oportunidad en que es más fuerte porque se ve con la mejor opción.

Al mover las elecciones de gobernadores, las figuras de gobierno que quedaron atrapadas en sus cargos durante la crisis social - y por ello quedaron inhabilitadas de presentarse -, recuperarían la opción de ser candidatos.

La oposición debiera meditar en el significado de este globo sonda del oficialismo. Evidencia cómo se evalúa desde la derecha el grado de postración de la centroizquierda, como para hacer una propuesta tan indecorosa. Hasta ahora no se había atrevido a tanto.

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