El resultado importa, y mucho

Una rara situación sucedió una vez sabido el cómputo del plebiscito del 17 de diciembre pasado: conocidas las cifras del Servel, quienes apoyaron la opción En Contra recibían con cautela el veredicto ampliamente favorable que emergía de la voluntad popular.

Incluso hubo miradas desaprobadoras cuando levantamos banderas chilenas en el Partido Socialista. Al parecer la dureza de las derrotas del último periodo trajo un grave complejo ante la prensa hegemónica, que incluso dicta cómo deben portarse aquellos que esa misma prensa criticó y decide si celebran o no el veredicto de las urnas.

El respeto democrático a la diversidad de opciones incluye las expresiones propias de las diferentes fuerzas políticas ante un resultado decisivo como el del día 17. Lo que se resolvió importa y mucho, porque cayó al suelo por la voluntad popular la opción más reaccionaria, cuyas raíces están en la oligarquía agraria desplazada en los procesos de cambio de los años 60-70 que afectaron la propiedad de la tierra hiriendo sus intocables intereses, auténtica razón por la que propiciaron el golpe de Estado en su cara más cruel y despiadada, como lanzar dirigentes campesinos con vida desde helicópteros en vuelo.

Luego de los duros ataques previos al plebiscito de los grupos ultraconservadores, fue natural hacer flamear la bandera patria y reivindicar la voluntad histórica de la izquierda chilena de unir y consolidar una amplia mayoría nacional para derrotar a la ultraderecha.

El ejercicio del pluralismo es un tema de principios. La autocensura no corresponde y en un evento que abarcó más del 80% del electorado, guardar silencio conlleva la soberbia presunción que se puede soslayar o eludir el verdadero sentido de la voluntad popular. Eso es imposible. Esta vez el ancho bloque de la opción En Contra expresó claramente a la mayoría del país rechazando la regresión ultraconservadora.

Paradójicamente, el líder de ultraderecha, J.A. Kast, expresó con crudeza este hecho político y electoral esencial en la jornada del Plebiscito: "Fracasamos...", señaló, reconociendo la paternidad del esfuerzo desplegado para dotar a Chile de un texto constitucional que significaba una regresión ultraconservadora, es decir, al periodo de mayor intolerancia y autoritarismo del régimen dictatorial.

Esa noche, el Presidente Gabriel Boric fue preciso en sus declaraciones. No hubo ni arrogancia ni soberbia en su discurso, se aplaude que así haya sido. En su caso ha tenido lugar una campaña de descalificación que ha pretendido "ningunear" con la activa ayuda de "ex" progresistas que ahora no se arrugan lucrando con su antigua condición, confirmando aquello que "no hay peor astilla que la del mismo palo". Por eso, la estatura política del Jefe de Estado el día del plebiscito es una lección para sus detractores.

Pero la derecha sigue con una conducción refractaria a todo progreso social, así lo ratificó sin margen de error el senador Macaya, en entrevista radial del día 19, y ante la voluntad de alcanzar acuerdos del Presidente Boric, el presidente UDI descartó un aumento en el gasto social, rechazando el Pacto Fiscal propuesto por el Gobierno y descalificarlo por "subir los impuestos".

Ahora bien, la fuerte declaración de un grupo de exministros de Piñera, publicada este sábado 23, indica que se inicia la formación de una disidencia con el ánimo de disputar la conducción de ese sector al núcleo de poder, actualmente dominante, que se subordinó a Kast y les llevó a una derrota cuyas repercusiones empiezan a manifestarse.

Hasta ahora la derecha se inclina por obstruir y -otra vez- se decide por negar la contribución necesaria que deben hacer los sectores que tienen más ingresos a las demandas de cohesión social y estabilidad institucional del país. Le gusta la vía estéril de las acusaciones constitucionales. Después cuando el sistema cruje y se estremece la culpa es de los extraterrestres.

En la actitud de la derecha se revela su propio conflicto: fue arrastrada por la ultraderecha a una posición primero rudamente agresiva en el Consejo Constitucional y luego confrontacional en las opciones frente al plebiscito. Algunos parecen arrepentirse, aunque tardíamente, el proceso constitucional no logró el gran objetivo de una nueva Constitución.

Aunque fracasaron en esta ruta de confrontación, ahora rechazan la mano abierta que tiende el Presidente de la República. Por eso, surgen en su interior opiniones divergentes cuyo alcance no sabemos, pero cuestionan la hegemonía ultraconservadora. Llama la atención que los centristas, exDC y afines, sigan en silencio ante el enorme descalabro qué sufrieron.

La ira resulta ser una mala consejera, así pasó con la oposición en la Cámara de Diputad@s al impedir sus bancadas la lectura de un Informe del Servicio de Impuestos Internos en el que se daba a conocer el cuantioso incumplimiento tributario que hace fundamental legislar en la materia. Fue una conducta destemplada y escandalosa.

Con esos antecedentes se hace evidente que se han formado verdaderos cauces de recursos públicos que se evaden año a año, corrompiendo y socavando el régimen democrático porque se extiende el convencimiento que los poderosos tienen "manga ancha" y pueden hacer lo que les venga en gana.

Ahora hay que bregar por la reforma del sistema de pensiones y por el necesario financiamiento que lo concrete, este es el gran desafío de las fuerzas progresistas. Por eso, hay que levantar unitariamente las banderas de las reformas necesarias para avanzar en mayor inclusión social y el ejercicio de las libertades conquistadas, así afianzaremos la gobernabilidad democrática del país.

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