"Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo", Gandhi
"Es una opción en favor de Chile, que más admiro", señaló en un potente artículo el ex presidente español José Luis Zapatero, un estadista reconocido en el mundo, por sus acertadas opiniones. El análisis es tomado en cuenta al manifestar su apoyo total al Apruebo a la nueva Constitución, que libre y soberanamente se dará el pueblo chileno el próximo 4 de septiembre.
¿Por qué distintos mandatarios, políticos, economistas, empresarios, parlamentarios y constitucionalistas, de distintas naciones, tienen puesto sus ojos en este particular e inédito proceso democrático? La explicación es clara y sencilla.
Simplemente por el sentido común, a pesar de no ser el más común de los sentidos, el que por cierto está muy relacionado con la sabiduría popular. Sabiduría que es obvio radica en una comunidad social que quiere cambios en democracia y en paz. Aunque el fragor del proceso esta polarizado en dos bandos, Apruebo o Rechazo, hemos aprendido la lección del pasado el que no queremos ni vamos a volver a repetir.
El país no está para darse gustitos que mañana pagará muy caro, recién venimos saliendo de un masivo estallido social. La atroz pandemia nos dio duro. Enfrentamos una crisis económica mundial de envergadura, la cruel guerra entre Rusia y Ucrania, ha cambiado la frágil estabilidad pacifica del planeta, afectándonos muy directamente.
Saldremos de esta. Marcando civilizadamente nuestra legítima preferencia, sin que se dispare un solo tiro, es más, será una fiesta cívica. Ejemplo que damos en cada elección en que el país toma una decisión transcendental. No caeremos en la burda actitud de Trump o Bolsonaro, de cuestionar a priori nuestro sistema electoral, cuyos resultados se entregan de inmediato y que históricamente son respetados por todos.
Es un capital del cual nos sentimos orgullosos, que no vamos a dilapidar, por ninguna razón o circunstancia. Aunque se levanten afiebradas voces, al contrario. Es un deber de mirar el futuro con esperanza y fe. La misma fe que tuvo el expresidente Eduardo Frei Montalva, llamando desde el Caupolicán a rechazar la impuesta Constitución de Pinochet.
Aquí es donde la nueva Constitución le ofrece al país una salida del túnel oscuro que hemos vivido por 40 años, sin que hasta hoy en democracia se puedan hacer todas las transformaciones que con urgencia requiere la Patria de todos y todas.
Es preciso "confrontar" la nueva Constitución Política del Estado de Chile, hecha de cara al pueblo, construida democráticamente, que emerge de la inteligencia colectiva. Es actual, moderna, futurista, paritaria, propone un Estado social de derechos, es solidaria, comunitaria y cooperativa; es sustentable, ambientalista y ecológica, promueve la equidad de género y es inclusiva, estimula los desarrollos regionales, y fue concebida para que la ciudadanía controle al gobierno.
La vieja es todo lo contrario. Es el pasado, un retrovisor lleno de dolor, desesperanza, de una época del terror, donde los derechos cívicos todos fueron conculcados, vilmente atropellados por los agentes de la dictadura amparados en la Constitución de 1980, para sustentar un régimen de facto.
De la vieja Constitución es poco o casi nada lo que se puede argumentar. Debido a que cualquier resultado implica por mandato popular un real y efectivo cambio a la Carta Fundamental. El plebiscito de entrada fue categórico -80/20- la gente, en esas multitudinarias manifestaciones, pidió y exigió cambios reales. No podemos defraudarla después de tantos años de esfuerzos y sacrificios.
En consecuencia, votar Apruebo es un sentido de responsabilidad país, sentido de justicia, sentido de moral para recuperar la dignidad o simplemente por el enraizado sentido común. Es el sentido llamado a que tú seas el actor de tu propio destino y no un mero espectador de la necesaria unidad de tu nación.
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