Entrando en la dimensión desconocida

La incertidumbre existe, pero no pidamos tanto. Mientras más posible se ve un triunfo electoral, más se toman en cuenta los datos objetivos disponibles y las proyecciones de las encuestas. Mientras más alejadas se vean las posibilidades de ganar, más esperanza se pone en la existencia de un voto oculto que se hará presente el último día.

Existe un mismo diagnóstico sobre lo que está ocurriendo, es solo que se ve el asunto desde las dos puntas de un mismo camino. Pero no todo está dicho. Si no pudiera acontecer algo inesperado no sería necesario prestar atención a lo que pasa en la coyuntura, más cuando se van a expresar tantos nuevos electores para definir la presidencial. Entramos en la dimensión desconocida.
Toman la palabra los que nunca se habían expresado antes y nadie puede dárselas de experto en aquello que no tiene precedentes. La lógica con la que operan los nuevos votantes es una incógnita que despejar.

Las fronteras políticas no son respetadas por quienes no les atribuyen importancia. Tampoco sabemos si las motivaciones para emitir el voto en primera vuelta se mantendrán sin variaciones después. Quien expresó descontento al inicio puede ponderar distinto pensando en quién puede gobernar mejor. No vamos a cambiar nada si confundimos lo plausible con lo inevitable.

Existe margen para lo inesperado, pero hay antecedentes interesantes. Es cierto que la moderación se impuso dos veces en el proceso constituyente que concluyó en dos rechazos sucesivos. Es solo que es igualmente efectivo que ambos procesos partieron con elecciones que favorecieron ampliamente a un polo y después al otro.

La reacción moderada se impuso después de un apoyo inicial a las opciones más polarizadas y eso sucedió una vez que se los vio actuar. Se les dio una oportunidad y la perdieron, pero el rechazo no fue la actitud inicial predominante.

Lo más característico de la candidatura de Matthei es que representa el más amplio especto de apoyo político que haya tenido un candidato de centroderecha, lo que ha coincidido con una significativa reducción de sus posibilidades electorales. Son dos circunstancias que suceden en paralelo. Para poder comprender lo que está pasando con la derecha moderada hay que tomar en cuenta ambas cosas.

Mayor apoyo político, menor adhesión ciudadana

Es luego de la incorporación de Demócratas y Amarillos que Matthei desciende al tercer lugar y el hecho de incorporar a dos partidos, cuyo espacio estuvo originalmente en la centroizquierda, no alteró en nada el movimiento a la baja.
Esta es la demostración más palpable del desacople existente entre la actividad política de los partidos y la vida cotidiana de los ciudadanos.

Demócratas y Amarillos saltaron al abordaje de un barco que hacía agua, pero que aún se veía bien parado. Este error se cometió por una percepción aumentada de las virtudes de ambas colectividades. Como estas tiendas surgieron canalizan el rechazo mayoritario a un proyecto constitucional partisano, se llegó al convencimiento de que esa especial sintonía era una característica distintiva de la que se podía hacer gala en adelante.

El convencimiento íntimo era el de ser un sector, tal vez pequeño, pero que hacía la diferencia necesaria como para inclinar la balanza de allí en adelante. Chile había encontrado una guía segura, intérprete del sentido común, llamado a dirimir contiendas. Así que la desilusión ha sido mayúscula cuando se señaló un nuevo norte y los llamados a seguirlos partieron al sur.

Matthei inició el descenso de la mano de los recién llegados, que entraron para dirimir la competencia y se quedaron para asumir la derrota. Al principio pensaron que la historia se repetía y navegar contra la corriente pareció un percance de corta duración, pero esta vez la reacción ciudadana fue la indiferencia. En Hamelín alguien tocó la flauta y nadie siguió la música.

Algunos considerarán que ya se han internado demasiado por el camino como para girar en reversa. El sentido original se habrá perdido en un giro inesperado de los acontecimientos. Se ha llegado a tierra extraña y mientras se siga allí se vivirá en el exilio, un lugar al que se puede visitar, pero dónde no se va a pertenecer.

La gran derrota colectiva de este domingo

Evelyn Matthei ha señalado que su propósito ha sido el de inaugurar con su alianza los "tres o cuatro" períodos presidenciales que se necesitan para conseguir que el país enmiende rumbos. La derecha se siente en el comienzo de un nuevo ciclo y se sabe que quien encabece el inicio del proceso asume el liderazgo por un tiempo prolongado. El problema consiste en que quién va a estar a la cabeza no será la centroderecha.

Chile Vamos entrega una posta a sus más fuertes críticos en su propio sector. La magnitud del acontecimiento no puede ser minimizado. La alternativa en la oposición que aspiraba a encabezar de manera perdurable una coalición amplia, "desde la derecha hasta la centroizquierda", falló en el punto de partida de una larga marcha. Por eso son los grandes derrotados colectivos de este domingo. Una cosa es perder una elección y otra es perder el liderazgo.

Los nuevos recibieron una invitación para alojar en una casa que cambió de dueños a media tarde y los que abrieron la puerta son bien distintos a los esperados.

Y el asunto va de mal en peor. El problema para los recién llegados es que quien pasa a segunda vuelta tiene que recurrir a los candidatos que no pasaron y ni siquiera allí la centroderecha es un socio que cortejar en exclusiva. Por primera vez ocurre que la derecha dura no solo tiene que integrar a los moderados de su sector sino que a otros más radicales todavía. La idea de que los últimos ingresados a una candidatura derrotada sirvan de contrapeso de algo es completamente ilusoria.

El problema de fondo no es si se entra o no a un posible gobierno en calidad de acompañante del acompañante, sino la pérdida del propósito político. Esto no está terminando como se planificó y mientras antes se reconozca, mejor. No está más cerca de orientarse el que se interna más en un callejón sin salida.

Cuento esta historia en particular de la misma forma como otros pueden reconocer los errores cometidos en otras trayectorias, pero lo que importa es pensar en el futuro. Y aquí viene la lección a aprender: la centroizquierda no pesa por trocitos.

Es la ausencia de un centro dialogante y aglutinador lo que ha facilitado las cosas a las opciones polarizadas de derecha. Los dialogantes, a su vez, han dejado de tener relevancia por la inconsecuencia de priorizar las conversaciones con los más lejanos y cultivar las diferencias con los más próximos. La aparición de una amenaza democrática debiera cambiarlo todo.

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