Las recientes declaraciones del ministro Cataldo sobre el proyecto FES revelan un punto de partida preocupante: ¿Cuál es el verdadero borde intransable de esta reforma? Si se asume que el proyecto no admite cambio aparente, la discusión pública queda atrapada entre muros intransables.
Si lo "flexible" se limita solo al copago para los estudiantes del séptimo decil hacia arriba -ingresos medio altos-, entonces el diseño del sistema no ha sido analizado con suficiente profundidad. En la práctica, las condiciones propuestas -arancel FES igual al de gratuidad y copago posible dentro del mismo arancel fijado- generan un incentivo claro: es más conveniente para las universidades mantenerse en el régimen de gratuidad, ya que los ingresos son equivalentes y una parte significativa de los alumnos no acumula deuda.
¿Está preparado el sistema para una caída en la calidad de la formación, menos investigación, más control estatal, menos autonomía, elitización, y que decenas de miles de estudiantes se incorporen a la gratuidad?
En las políticas públicas los análisis de equilibrio parcial no pueden tomar en consideración todos los impactos de un proyecto. Menos aún si se hacen con un riguroso y obstinado voluntarismo.
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