"Errare humanum est" versa en latín la descripción de una característica central de ser.
Concediendo el beneficio de la duda de errar tratándose no de un neófito sino más bien de un político avezado y considerando la propia disculpa consiguiente, la cual por cierto corrobora el error pero por condición inversa refuerza al mismo tiempo, en forma sutil, el propio contenido antes emitido, habría que sopesar el valor de disculpa o el valor de señal política abierta y significativa del "error".
Mucho más conflictivo es aún que las declaraciones y disculpas de Mario Peta Fernández, mediante una entrevista, no sólo sean cuestionables en su calidad de ministro de Estado por interferir en materias de competencia de los partidos, sino por sobre todo por ser hechas en un clima político de significativa mediocridad que provoca desesperación en la ciudadanía.
Lo que aquí resulta realmente irritante para el intelecto humano, es la extraordinaria incapacidad de los actores políticos para no querer vislumbrar ni hacer nada para cambiar los destinos de un país que ya no resiste la moral imperante, dando cuenta así de relaciones causales como si fuesen correlaciones de fenómenos naturales inevitables, en la tónica "el sol se pondrá al final del día en el horizonte pase lo que pase y llegará la oscuridad".
En ese mismo sentido que la afirmación involuntaria, tal vez, “al final la decisión será entre Piñera y Lagos, lo demás es fantasía" pretenda hacernos sentir una suerte de fenómeno natural inmanejable, no deseado pero inevitable, no sólo es una falacia y una estupidez, sino además la verdadera fantasía y una falta de respeto insoportable de la clase política.
¿Por qué no decir mejor, sinceramente, que en un país con 17 millones de habitantes es - análogo a la correlación natural - imposible que no pueda haber alternativas viables y necesarias?
Sin embargo no se buscan porque no se quiere ni requiere desde la óptica de la clase política que realmente algo sustancial cambie, so pena de perder el mal uso del poder y el Estado en beneficio propio.
Ese status quo queda entonces representado, en la forma más perfecta, como dicen los sicólogos por la "ilusión de alternativa" Piñera-Lagos. Por cierto con matices más o matices menos, para uno o para otro lado pero al final quedando todo igual y en las manos de siempre.
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