Graníticos. Expresión poco frecuente pero que en el círculo íntimo de los republicanos se repite con convicción, casi como quien reza un rosario. De alguna manera repetirla los enlaza como los herederos legítimos en política de Jaime Guzmán, quien afirmaba en un discurso que pronunció con motivo de los 20 años del Movimiento Gremial, el 14 de octubre de 1987, que a ellos los "...detestaban virulentamente, porque teníamos principios conceptuales sólidos y valores morales objetivos y graníticos".
Una columna de Cristián Valenzuela pretendió hace unos días hacer un símil entre los parásitos biológicos y los funcionarios públicos, atribuyendo a ambos un mismo principio vital: mantenerse a costa del otro sin contribuir, y disfrazando la explotación como una convivencia o colaboración. Al hacerlo, moteja a los funcionarios públicos de aprovechados, abusones, vividores, gorrones, sablistas, piojos, pedículos y un largo listado de sinónimos que recoge la RAE a miles de personas que se levantan día a día a desarrollar actividades en beneficio de los demás chilenos, él incluido.
En ese mismo discurso de los 20 años del gremialismo, Guzmán les decía a sus discípulos que a ellos les detestaban porque les temen, y les temen porque los saben irreductibles. Valenzuela, exasesor de parlamentarios republicanos, exjefe de gabinete en el Ministerio de Economía y exasesor de la Fundación Jaime Guzmán, institución que recibe patrocinio fiscal, conoce ese discurso de memoria. Él es el beneficiario de un financiamiento irreductible... pero parasitario.
Las palabras de Valenzuela no son solo un hiriente e injustificado baldón para quienes hemos trabajado para el Fisco de Chile, sino que abren una pregunta obvia: ¿Cómo pretende él o su asesorado Kast, uno de los últimos discípulos directos de Guzmán, desparasitar, esto es desvincular a, según las palabras del presidente de su partido, Arturo Squella, a cien mil operadores políticos, o en la neolengua de Valenzuela, parásitos?
Tanto las cifras oficiales como especialistas en materia pública han desmentido la cifra de 100.000 nuevos funcionarios, indicando que el aumento real se aproxima a los 26.000, incluyendo traspasos y refuerzos en salud y educación: en realidad se trata de traspasos administrativos (por ejemplo, de la educación municipal a SLEP) y refuerzos en salud pública, y por ende, no necesariamente creación de cargos nuevos ni puramente municipales.
Pero concedamos el punto: supongamos que existiesen esos 100.000 funcionarios, que ya dijimos que no serían tales. Es altamente improbable que el resultado de esas desvinculaciones fuera exitoso. Quien afirme eso, denota nunca ha puesto un pie en una corte o en un juzgado laboral y seguramente desconoce la jurisprudencia de los tribunales a este respecto. Entonces, contabilizar eso como un "ahorro" es una ilusión. Un acto de pura demagogia.
Para ilustrar a quienes creen que es tan sencillo desvincular, un reciente fallo de la Corte Suprema (rol N° 14.445-2025) le recuerda a los irreductibles graníticos el principio de estabilidad a los funcionarios públicos a contrata, que impide que se lesionen derechos de los funcionarios, por lo que "...tanto la decisión de poner término anticipado a una contrata, como la no renovación de la misma, respecto de personas que se han vinculado con la Administración por un determinado número de años, violenta el principio de la confianza legítima del funcionario". En castellano: es casi imposible echar a un funcionario a contrata después de cinco renovaciones continuas sin tener que revincularlo y pagarle el tiempo en el que no pudo trabajar.
Respecto de los agentes a honorarios, la situación no es muy distinta. En agosto de 2025, la Corte Suprema (rol N° 12.132-2024) indicó que "los antecedentes descritos permiten concluir que los servicios prestados por el demandante no coinciden con el marco regulatorio de la contratación a honorarios, ajustándose más bien a un vínculo laboral", por lo que obligó al Fisco al pago de prestaciones demandadas por los exfuncionarios.
Según Squella la mitad del ajuste fiscal planteado por ellos, esto es 6.000 millones de dólares en un lapso de un año y medio, vendrían del despido de estos funcionarios, estimando sus sueldos promedio en alrededor de 2,5 millones de pesos chilenos mensuales. En realidad, de un simple ejercicio aritmético se deduce que, si se despidiera a esos supuestos 100.000 funcionarios, apenas se ahorraría el 4% de los 6.000 millones de dólares prometidos. Por lo tanto, faltarían 5.760 millones de dólares. Un irreductible detalle, por supuesto...
"No hay nada que entender", decía el farolero al Principito. "La consigna es la consigna". Guzmán, al que tanto admiran los irreductibles republicanos, citaba ese pasaje del famoso texto de Saint-Exupéry en sus escritos personales y alertaba que el destino de nuestro país estaba sometido "...a los moldes de las consignas sin pretender explicaciones satisfactorias" y que "detrás de tal conducta, subyace siempre una falsificación de la verdad". ¿Cabe alguna duda que seguir hablando de ahorrar 6.000 millones de dólares en 18 meses, o que desvincularán a 100.000 operadores políticos de los que tanta gárgara se hace, no es sino seguir predicando irreductiblemente una consigna que todos -incluso ellos- sabemos que es falsa y demagógica?
Lo granítico hace referencia a un tipo de roca compacta y dura, compuesta de feldespato, cuarzo y mica. Metales irreductibles. Así se suponía eran los principios de los seguidores de Guzmán. La demagogia, la consigna, la mentira en campañas públicas, están lejos de dichos principios, por lo que su mentor, si pudiera ver el actuar de sus discípulos, probablemente movería la cabeza con actitud incómoda, distante y molesta. Al parecer, la consistencia en los principios republicanos no es ni tan granítica ni tan irreductible como ellos pretenden.
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