Hagamos a Chile grande nuevamente

En las últimas semanas, y a raíz de los recientes hechos del acontecer nacional, hemos observado cómo nuevamente la clase política ha podido olvidar los principios y los valores con sorprendente facilidad, en aras de objetivos personales y mezquinos, sin considerar las consecuencias futuras para Chile y su prosperidad. Esta tendencia no es nueva, ha sucedido en múltiples ocasiones a lo largo de nuestra historia institucional y es parte importante del deterioro de nuestro país.

Pareciera que la única meta de estos actores políticos es agradar a los demás, lo que les lleva a renunciar a sus principios en cualquier momento. Esta falta de firmeza en sus convicciones, no solo condena a no alcanzar verdaderamente nada como individuos, sino que también tiene repercusiones significativas para la sociedad en su conjunto. Lo preocupante es que, hasta ahora, esta situación parecía ser recibida con cierta indiferencia por parte de la ciudadanía, que, en muchos casos, no castiga estas conductas, permitiendo que se perpetúen y agraven en el tiempo.

Es fundamental que cada uno de nosotros respete sus propias ideas, valores y principios. De lo contrario, corremos el riesgo de que nuestras posturas no nos representen en absoluto y nos transformemos en un fraude o una estafa.

Las conductas avasalladoras y obsesivas que se han observado en la "clase política" nos dejan perplejos e impresionados, evidenciando hasta dónde puede llegar esta distorsión de la realidad. Ayudando esto a explicar, en parte, el estado actual de las cosas en nuestro país.

Este escenario no deja de recordarme la acertada frase de Winston Churchill, cuando dice: "El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones". Esta reflexión ilustra muchas de las actitudes de los políticos y personajes nacionales y regionales que ven, en un próximo gobierno de Chile Vamos, la oportunidad de repartirse puestos y cargos, más que en mejorar el país y aportar a este fin. En este contexto, parecen dispuestos a llegar a cualquier tipo de acuerdo, con tal de ofrecer soluciones a corto plazo, sin analizar o sopesar las consecuencias y los efectos destructivos que estas acciones pueden tener a largo plazo.

Sin embargo, aparece una luz de esperanza. Los recientes acontecimientos políticos en Chile y el mundo, sugieren que la ciudadanía está (afortunadamente) cansada de soluciones populistas y efímeras. En este nuevo escenario, podrían surgir cambios políticos inesperados que dejen a muchos con "los crespos hechos" y "con cuello" por decir menos, ante este escenario político incierto.

Si sumamos a lo anterior las negociaciones y acuerdos respecto a la reforma previsional, que se llevaron a cabo entre cuatro paredes entre Chile Vamos y el oficialismo, y que algún día saldrán a la luz, decepcionando aún más a la sociedad y a las personas. Es urgente que se produzca un cambio en la clase política, en los poderes económicos y en la sociedad en general que nos permita recuperar los valores necesarios para que Chile vuelva a ser grande nuevamente.

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