House of Cards

El misil explotó en el corazón mismo de La Moneda, no fueron los rockers con los que la FACh destruyó el palacio el 11 de septiembre de 1973, poniendo fin a la democracia. El abuso indiscriminado, que no logramos erradicar, es una herencia de la dictadura, que permanece intacta. Las esquirlas se diseminaron por las distintas dependencias gubernamentales, dejando una estela de múltiples damnificados, incluyendo al Presidente de la República, quien inútilmente trató, en una larga e inédita conferencia de prensa, de defender lo indefendible.

Las autoridades responsables desde un comienzo no supieron, ni pudieron, hacer el control de daños al conocerse parte de los graves acontecimientos que involucraron al segundo hombre del Ministerio del Interior, el poderoso ahora exsubsecretario Manuel Monsalve, quien hoy se encuentra investigado del el delito de violación a una funcionaria subalterna.

La crisis en el Ejecutivo fue inminente. Hubo cambios y renuncias, enroque de alta confianza para salir del pánico causado. Poco a poco van cayendo funcionarios dependientes del quien los tenía a su cargo la seguridad nacional. Seguridad que no está al servicio particular de una sola potestad, si no que a combatir el crimen organizado que devasta a nuestro país.

Todo el mundo, moros y cristianos, reconocían su desempeño. El difícil trabajo desarrollado en el combate a la delincuencia, al narcotráfico, al sicariato, los asaltos y robos, con resultados de muerte de inocentes ciudadanos, cuestión que es la principal preocupación de los chilenos y chilenas. La peor escena que se pueda imaginar. Dañando a una mujer, en primer lugar, en un gobierno que se autodeclara feminista y en seguida la confianza depositada en un cargo de máxima envergadura nacional.

Esta "bomba" fue lanzada por el enemigo, al contrario, la oposición está sumida en sus propios asuntos de enfrentarse a la comunidad con su secuela de hechos de corrupción que involucran a destacados personajes.

Ha quedado en la trastienda el caso de pedofilia del padre del senador Macaya, o los conocidos audios de Hermosilla, que envuelven al histórico UDI Andrés Chadwick, hombre de confianza de el expresidente Sebastián Piñera; los exagerados pagos de la Universidad San Sebastián -de 17 millones- por media jornada a la exministra de Educación Marcela Cubillos; la acusación que tiene a la exalcaldesa Cathy Barriga con arresto domiciliario, por malversación de fondos públicos. La lista es larga, seguir nos avergüenza como país.

La injusticia de la justicia se hizo patética. En el Poder Judicial, implicado en el caso de los chats de Hermosilla, se hunden jueces, fiscales y hasta magistrados de la Corte Suprema. Urge una profunda transformación en dicho poder del Estado. La desazón llega a todos y todas las chilenas, que cada vez confían menos en sus instituciones. El desprestigio es preocupante, porque la rabia y el desprecio cada vez es mayor. No podemos repetir el pasado, caer en el abismo, tropezar con la misma piedra. ¡Es imperdonable!

Toda esta confabulación descubierta, que espanta, da para compararla a la famosa serie "House of Cards", guión basado en la seducción y el chantaje. Lo triste es que esta película truculenta es con auténticos actores de la cotidiana vida real de este maltratado país. La recomiendo, véanla, es asombrosa la similitud con la elite política chilena, la que olvida que está ahí para servir y no servirse del poder.

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