Jara y las garantías de una vida decente para Chile

En tiempos decisivos como los que vivimos, las y los trabajadores sabemos que las elecciones no son un trámite más: son un punto de inflexión en nuestra vida cotidiana. No da lo mismo quién gobierne, porque las decisiones presidenciales se sienten en el salario, en la jornada, en la seguridad laboral y en la tranquilidad de llegar a fin de mes. Y hoy, frente a la segunda vuelta, lo que está en juego es si Chile avanza hacia mejores condiciones de vida o si retrocedemos a un país donde los trabajadores vuelven a quedar desprotegidos, solos frente al abuso y sin resguardo del Estado.

Quiero hablar con franqueza, como lo hacemos en la industria, sin adornos ni tecnicismos: solo la candidatura de Jeannette Jara garantiza un país donde la vida de las y los trabajadores mejore de verdad. Su programa parte de una idea que compartimos profundamente en el movimiento sindical: la seguridad no es solo la presencia policial, sino la tranquilidad de vivir en un país donde las personas puedan llegar sanas y salvas a su casa, tengan ingresos suficientes para sostener a sus familias y cuenten con derechos laborales que resguarden su dignidad. Es decir, seguridad es bienestar. Seguridad es trabajo decente. Seguridad es justicia social.

Y eso no es discurso. Es un compromiso expreso en su programa de gobierno, que pone como prioridad crear "ingresos que permitan a las familias llegar bien a fin de mes", garantizar un Estado social que se haga cargo de la salud, la vivienda y la educación, y construir un país donde "la paz y la cohesión solo son posibles con justicia social". Esa perspectiva es la que Jeannette ha demostrado toda su vida: primero como dirigenta, luego como ministra que supo sacar adelante reformas laborales complejas dialogando con trabajadores, empresas y con todo el sistema político. Esa experiencia no se improvisa ni se compra con slogans de campaña. Se construye con trayectoria y convicción.

Al otro lado, el programa del candidato del Partido Republicano plantea un país muy distinto al que queremos para nuestras familias. No lo digo desde la caricatura, lo digo porque está explicitado en su propio documento programático. Propone "modernizar" la legislación laboral para permitir libertad de horario, trabajo por hora y desregulación profunda. Eso, en el mundo real, significa jornadas extendidas, disponibilidad permanente y mayor precariedad. Plantea eliminar regulaciones, reducir la protección laboral y convertir el Código del Trabajo en un instrumento donde la empresa fija las reglas y el trabajador se adapta. Ningún sindicato ni trabajador informado puede ver eso como un avance.

Además, se propone reducir drásticamente impuestos a grandes empresas mientras se recorta gasto público, lo que inevitablemente golpea políticas sociales esenciales para millones de trabajadores: salud, pensiones, servicios básicos, y particularmente la PGU, que necesita más recursos y no menos. Cada una de estas líneas apunta a lo mismo: un país donde las y los trabajadores asumen todos los costos del modelo y donde el Estado se retira justo cuando más se le necesita. Un país donde la desigualdad se profundiza y donde la vida se vuelve más dura, más incierta y más insegura.

Y aquí quiero detenerme en algo que como dirigente sindical me preocupa especialmente: la seguridad. Porque algunos han tratado de instalar que seguridad es mano dura y nada más. Pero la seguridad de verdad -la que sentimos en nuestros barrios, en nuestros trabajos, en nuestras familias- tiene que ver con otra cosa: con vivir sin miedo a perder el empleo, sin miedo a enfermarse y no tener atención, sin miedo a envejecer en pobreza, sin miedo a que una empresa abuse porque ya no hay indemnización por años de servicio o porque las jornadas se vuelven infinitas. Seguridad es garantizar que las personas tengan lo básico para vivir con dignidad y que la ley esté del lado del más vulnerable, no del más poderoso.

Por eso, cuando hablamos de seguridad, no estamos hablando de un concepto abstracto. Estamos hablando de la vida concreta. Y en esa vida concreta, el programa de Jeannette Jara es el único que pone en el centro a las y los trabajadores. Es el único que entiende que Chile necesita crecimiento económico, sí, pero con empleos decentes; que necesitamos orden, sí, pero con derechos; que requerimos inversión, sí, pero no a costa de debilitar al que produce la riqueza con su esfuerzo.

Quienes trabajamos en la industria sabemos que ningún país crece precarizando a su gente. Ningún país se desarrolla rebajando derechos. Ningún país mejora su seguridad cuando se empuja a los trabajadores a condiciones más duras y se debilita la protección estatal. Esa fórmula ya la vivimos antes. Y quienes vivimos los '80, los '90 y las primeras luchas sindicales sabemos de sobra que cuando se desregula sin límites, lo que aparece no es la libertad: es el abuso. No vamos a permitir ese retroceso.

Por eso, como presidente de Industrial Chile Constramet y como dirigente del mundo del trabajo, lo digo sin ambigüedades: el proyecto que garantiza mejores condiciones de vida, mayor seguridad real, pensiones más dignas, respeto laboral y un país que crece con justicia social es el de Jeannette Jara. Ella representa la posibilidad de avanzar, de ordenar a Chile sin sacrificar derechos, de enfrentar la delincuencia y el crimen organizado fortaleciendo el Estado, no debilitándolo, y de construir un país donde todas y todos podamos vivir con dignidad.

Este 14 de diciembre, las y los trabajadores tenemos una responsabilidad histórica. No solo elegimos a una presidenta: elegimos qué tipo de país queremos ser. Elegimos entre un Chile que retrocede hacia la precariedad o un Chile que avanza hacia el bienestar. Elegimos entre un modelo que debilita al trabajador o un modelo que lo reconoce como el corazón del desarrollo. Yo lo tengo claro. Como trabajador, como dirigente y como chileno, voto por Jeannette Jara, porque es la única candidata que cumple, que entiende nuestra realidad y que se compromete con lo esencial: la vida y la dignidad de las y los trabajadores de Chile.

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