En estos días he escuchado como nunca antes la radio y en ella han aparecido voces que, con un tono severo, declaran sus deseos de avanzar hacia un país en donde las condiciones laborales de Carabineros mejoren, en donde se dupliquen sus escuelas, aumente su dotación y se extienda su carrera funcionaria. He escuchado a esas mismas voces, además, poner el acento en la necesidad de aumentar los recursos para la seguridad, en fortalecer el GOPE y promover un mayor control de nuestras fronteras. Como si fuera poco, a todas estas declaraciones, se han sumado también diversas críticas a los "eventos delictuales" del estallido social y una celebración de la aprobación de aquellas leyes que mejoraron el combate a la delincuencia y el crimen organizado.
La verdad es que al escuchar todo esto me dieron unas ganas enormes de aplaudir. No obstante, esta alegría se fue desvaneciendo a medida que empecé a reconocer a los autores de todas estas afirmaciones. Cuán grande fue mi extrañeza cuando me di cuenta que estas intenciones y planes sobre qué hacer en materia de seguridad venían de boca de los candidatos a la primaria presidencial del gobierno.
Y digo extrañeza porque comencé, de a poco, a hacer memoria y recordar como nuestras actuales autoridades y, en particular, quienes desean llegar a La Moneda representando al oficialismo, apoyaron un proyecto de Constitución que debilitaba a las policías y promovieron la idea de refundar a Carabineros. Recordé también a un Frente Amplio que entorpecía la modernización de la Ley de Migraciones y que decía que la "movilidad humana" es un "derecho fundamental".
Recordé a diversos parlamentarios que ocupan u ocuparon altos cargos en el Ejecutivo llamando a rechazar el presupuesto de Carabineros el 2020 y exigiendo la renuncia de su general director, para ser reemplazado por una autoridad civil. Recordé, además, como estos mismos parlamentarios votaron en contra del Estado de Excepción en La Araucanía y votaron en contra de muchos de los proyectos de ley que hoy aplauden y se apropian como logros de su gestión pese a que fueron enviados al Congreso por el expresidente Piñera.
¿Es que acaso la izquierda sufre de amnesia colectiva? Lo pregunto con seriedad, porque la verdad es que me cuesta encontrar explicación frente a este desacople entre las declaraciones emitidas por sus representantes en el pasado reciente y aquellas que pronuncian en la actualidad.
Sin embargo, pese a la ausencia de explicaciones, sí puedo sacar una conclusión: que distinta hubiese sido la historia de Chile en los últimos seis años, si quienes hoy dirigen el país hubiesen tenido la misma disposición y voluntad que tienen hoy cuando fueron oposición. Las leyes en materia de seguridad que tanto celebran hubiesen estado aprobadas mucho antes, Carabineros no habría tenido que enfrentar al crimen organizado con una legitimidad dañada y hubiésemos podido disminuir el daño que la "primera línea" causó a los recursos de nuestras policías y a nuestras ciudades.
Solo queda esperar que el sorpresivo cambio en su discurso obedezca a un genuino aprendizaje por parte de la izquierda y no sea simplemente la expresión de un oportunismo a causa de las elecciones. Solo el tiempo podrá darnos la respuesta.
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