Es evidente que la ultraderecha, fiel a su carácter extremista, pretende crear un clima de confrontación e inestabilidad política. En ese plan arrastra al conjunto de la derecha, incapaz de actuar autónomamente y con criterio político propio. Con ese objetivo práctica una doble conducta, dentro de la institucionalidad, a través de censuras y un áspero hostigamiento en la Cámara de Diputados y Diputadas, y esos ataques incluyen descalificaciones personales al Presidente Boric; así como, fuera de la institucionalidad, manipulando las demandas de los camioneros para interrumpir el tránsito en las principales rutas y, en consecuencia, provocar dificultades al abastecimiento en las ciudades y un clima de inseguridad y temor en la población. Juegan con fuego.
En concreto, repiten acciones similares al plan desestabilizador que, entre 1970 y 1973 se usó en contra de Salvador Allende con la excusa de frenar la expansión del comunismo. No les importa que la "guerra fría" concluyó y que la Unión Soviética se disolvió hace 30 años; pero no todos los actores del quehacer nacional desconocen ese hecho evidente, por eso, los peces gordos sabían que la CIA ahora no iba a proveer fondos para alargar el Paro indefinidamente y sin ese "combustible" este caería como una pera madura.
Así fue, la oligarquía agroexportadora, con el apoyo de sus aliados fácticos se movió por sus propios intereses que la urgían a despejar rutas y embarcar prontamente sus productos en diferentes puertos del país. Los bancos esperaban el retorno de sus préstamos y no iban a correr riesgos. El núcleo rector del poder fáctico económico los dejó caer.
Por eso, el paro camionero cedió, sin apoyos que sí tuvo durante la implementación del plan desestabilizador de la conjura golpista en 1973. Así, insistieron sin resultados políticos favorables en provocar incertidumbre e inseguridad en las carreteras; en definitiva, por intereses mezquinos intentaron poner en riesgo la estabilidad democrática del país y no pudieron.
Sin embargo, el permanente hostigamiento al gobierno democrático refleja la decisión política de la derecha de limitar su acción al mínimo y reducir a cero los espacios de participación e integración social, paralizando las reformas que Chile requiere. Que nada cambie y que el desencanto haga crecer el populismo autoritario de los sectores ultraconservadores.
La extensión y profundización de la democracia es lo que se proponen impedir, incluyendo el proceso constituyente, designando sus miembros sin el ejercicio de la voluntad ciudadana. Una designación a dedo que golpeará duramente la legitimidad del sistema político en su conjunto, sobre todo a las fuerzas de izquierda y centroizquierda. No hay que caer en esa trampa.
La firmeza del gobierno fue la respuesta necesaria al paro camionero que pretendía golpear al Presidente y conseguir más privilegios a costa de recursos públicos minimizando las prestaciones sociales, en suma, socavando la base de apoyo del gobierno democrático.
Desde la dictadura que los favoreció por su rol golpista, los camioneros se acostumbraron a ser favorecidos arbitrariamente y chantajearon al gobierno democrático para agrandar sus privilegios. Querían dinero. Es la neurosis que consume a ciertos sectores del país: "hacer plata" como sea, embolsicarse lo que esté a mano, una conducta febril por el dinero fácil. Un tipo de país neurótico y egocéntrico, que camina a la dispersión política y la anomia social. El gobierno rechazó esas pretensiones ilegítimas. No había espacio para ceder y actuó con dignidad. Hizo bien, estaba en juego el interés nacional.
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