La esperanza amarrada
En 2011 los estudiantes universitarios remecieron el país.Levantaron banderas que al país se le habían olvidado y las remozaron. Sus manifestaciones callejeras se empezaron a parecer a las manifestaciones callejeras multicolores del NO a la dictadura. Eran en definitiva lo mismo.
Se trataba de remecer la cáscara política del sistema encabezado por fuerzas de derecha. En 1988 y en 2011 la UDI estaba en el poder, los grandes empresarios estaban en el poder, la lógica del gran negocio estaba en el poder, los reaccionarios estaban en el poder, gobiernos que nos aislaban del mundo estaban en el poder. Más: una serie de caras muy conocidas se repetían en el poder: Chadwick, Lavín, Matthei, Longueira, Allamand, por las malas o por las buenas, siempre para las malas, estaban en 1988 y en 2011 en el poder. Era una especie de pesadilla social.
De esa pesadilla despertaron al país los estudiantes y la inmensa mayoría del país siguió las viejas renovadas banderas. La elección presidencial de noviembre se hizo eco de las viejas renovadas banderas: la derecha recibió una de las derrotas más grandes de esta historia. En diciembre, más claro aún: casi 63-37. En marzo puede - no es seguro pero puede- empezar a escribirse, como en 1938, como en 1970, como en 1988 y 1990, un nuevo libro a favor del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, al decir de Lincoln.
Pero habrá que sacudirse de una pesada herencia. Hemos vuelto al siglo XIX: no sabemos cuántos somos. No sabemos cuántos viven bajo la línea de la pobreza, porque la CEPAL ya no la mide y aún no sabemos cómo se medirá.
Las políticas públicas, por primera vez, están ciegas. Están siendo juzgados altos jefes del INE por falsear estadísticas, funcionarios del Ministerio del Interior por el tráfico en la frontera norte, altos ejecutivos de Impuestos Internos por fraude millonario, defraudan los de La Polar, los de las Farmacias, los del litio y Cascadas y otros altos manipuladores del capital financiero.
El Presidente parece haber ganado millones de dólares sin mover un dedo y el jefe de la organización religiosa más grande del país es acusado de no proteger a niños abusados y de ocultar antecedentes sobre curas pedófilos. Ha habido curas pedófilos de derecha y de izquierda.
Este es un país cómico: el gobierno dice que el país va a crecer al 7 por ciento; acepta que crece al 6 por ciento y lo proclama, al final creció como máximo al 5 por ciento y terminó creciendo al 4 y hoy lo hace al 2,8 por ciento; la oposición aplaude el éxito económico. En las últimas elecciones, un candidato gastó dineros públicos en comprarse calzoncillos, otro en acicalarse y otro, después de sacar menos del 4 por ciento de los votos, mintió internacionalmente denunciando que en Chile cuenta los votos "una empresa privada". La joven promesa de "los ecologistas verdes" terminó por disolverse debido a la malversación y el fraude. ¿Qué más?
Chile es uno de los países más inequitativos del planeta.
Están creciendo la delincuencia y el narcotráfico.
Los habitantes del norte y del sur -y cuando pueden los del centro- viajan a países limítrofes para
comprar anteojos, remedios y atenderse en los hospitales.
No hay verdaderamente derecho a huelga porque hay derecho a ser krumiro.
No hay derecho a orinar en el trabajo, como en el siglo pasado no hubo derecho a sentarse en una silla.
No hay estrategia (ni pública ni privada) sobre energía.
El agua, la pesca y las riquezas básicas siguen siendo privadas.
El país, desde este año, es más chico de lo que era.
El crecimiento de la economía va en baja y no llega hoy al 3 por ciento.
El país mantiene malas relaciones con sus vecinos y se esmera en deteriorarlas con todos los de América del Sur en donde los grandes empresarios chilenos no tienen grandes negocios.
Vota menos de la mitad de los ciudadanos. Electoralmente este es el único país del mundo donde no gana el que sale primero y no tiene representación el que sale tercero.
Y en el terreno de la justicia hay más de mil personas, detenidos políticos, desaparecidos desde hace unos 30 años.
La fuerza política que arrasó en las últimas elecciones, y trajo esperanza en un futuro mejor, propuso, para partir, autoridades que no creían en lo que decían, personajes de negocios oscuros y señores acusados de graves faltas a la ética pública. Son excepciones, claro, pero siempre estos casos son excepciones.
A la esperanza la tienen amarrada.
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