La grandeza del No y la pequeñez del Rechazo

Recuerdo el proceso previo al plebiscito del 5 de octubre de 1988, hace ya casi 34 años. Fue un periodo de intensa movilización social -con hitos como la Asamblea de la Civilidad y el Comité por las Elecciones Libres-, periodo de lucha, de temores y de esperanzas en que, junto a muchos otros, mantuvimos la convicción de que era posible transitar de la dictadura a la democracia a través de la movilización pacífica, de la no violencia activa, y que Chile no merecía continuar con el enfrentamiento entre hermanos y con mayor derramamiento de sangre.

El día mismo del plebiscito me tocó acompañar a veedores internacionales y compartir con ellos los primeros resultados favorables al No en lo que es hoy la comuna de San Pedro de la Paz. La noche fue de abrazos familiares intensos. Al día siguiente, nos fuimos en familia a la Plaza de Armas de nuestra ciudad de Concepción, para ese gran y hermoso reencuentro cívico en que nos abrazamos con compatriotas que no conocíamos, con una alegría infinita. Era un verdadero carnaval.

Recordar el triunfo del No es también ocasión de valorar el Chile diverso de las regiones y la hermosa contribución que miles de compatriotas hicieron a lo largo y ancho de nuestro territorio a la defensa de los derechos humanos y a la recuperación de la democracia. Recordar el triunfo del No es también ocasión de homenajear a las víctimas, a los miles de detenidos desaparecidos.

El triunfo del No pertenece pues a millones de chilenas y chilenos de todos nuestros pueblos, quienes con un lápiz y un papel abrieron paso a la esperanza y de hecho a un nuevo Chile, fue una gesta histórica que abrió el camino que nos condujo al país de hoy, con sus luces y sus sombras, que espera expectante un plebiscito de salida que pueda iniciar el proceso de consolidar una nueva Constitución, elaborada en democracia, con paridad de género y con inclusión de los pueblos originarios. ¡Es pues la grandeza del No!

Hoy, los partidarios del Rechazo a la propuesta constitucional han tenido la mala idea de recrear en televisión una marcha confiada de jóvenes que cruzaban alegremente un puente que anunciaba una alegría que venía. Dicen que representan la lucha del No y hacen gárgaras de su presunto compromiso en aquella época. Es bueno recordar que el ex diputado que participa por el Rechazo y que dice que anduvo en ferias y otros lugares "volanteando" tenía en esa época sólo 16 años de edad y no existe ningún registro de su pretendida participación política.

La senadora -que traiciona los acuerdos de su partido- tenía unos pocos años más y el plebiscito sería su primera votación. No recordamos para nada algún testimonio de su lucha activa contra la dictadura ni hay registro de su valiosa contribución. Tampoco respecto de un exministro hemos encontrado registro de su decisivo testimonio. Por supuesto ninguno de nosotros ha elegido el momento en que nace, pero sí constituye una inmoralidad apropiarse de una historia ajena y no vivida. ¡Y todo ello, por supuesto, junto con quienes, sí hay testimonio, constituyen una derecha que defendió la dictadura y que votó por el Sí y que, hasta ahora, ha detenido los distintos intentos de reformar o avanzar a una nueva Constitución! Y lo quieren convencer a usted que van a Rechazar para reformar. Ciertamente es una afrenta y una burla a los millones que sí dimos la cara y es otro intento burdo de engañarlo. ¡Es pues la pequeñez del Rechazo!

La verdad, es que hoy tenemos la misma oportunidad de cerrar finalmente un periodo de la historia de la patria que nació del terror de una dictadura, que cercenó 17 años de las que debían ser las mejores etapas de la vida de millones como nosotros y al que un Chile distinto: que no quiere más abusos, corrupción, discriminación ni exclusiones, nos invita a votar, en otro plebiscito, para echar las bases de una nueva sociedad, de una nueva manera de relacionarnos con paridad de género, en comunidad y sin exclusiones entre todos los habitantes de esta tierra, incluidos nuestros pueblos originarios y los inmigrantes. Estableciendo un Estado social y democrático de derechos, con una nueva relación con el medio ambiente, con poder para las regiones, con respeto a la dignidad y a los derechos humanos de todas y todos, con un nuevo modelo de desarrollo que deje atrás el modelo neoliberal.

Igual que ayer, también resurge la campaña del terror de los mismos de hace 34 años. Pintan canas y arrugas como nosotros, pero los podemos reconocer. ¡Son los que nos quieren convencer que ahora sí están dispuestos a modificar la Constitución! Llegaron tarde, han sido irresponsables y lentos. Son los que mienten, gracias al apoyo financiero de las grandes riquezas y empresas de nuestro país. Son los que intentan llenarlo a usted de temores y enunciados apocalípticos: Chile se va a dividir; Chile será más pobre; Chile se va a estancar; no se podrá cumplir el sueño de la casa propia; no habrá prestadores privados en salud; sus bienes no podrán ser heredables... son los reaccionarios que temen a los cambios profundos y a la justicia social y a la inclusión verdaderas.

Son los que, sin disimular, expresan sus propios temores, aunque el texto de la propuesta constitucional desmienta cada una de sus mentiras. Al igual que hace 34 años, Chile necesita que usted no escuche la mentira y la campaña del terror a la cual descaradamente contribuyen la mayoría de los medios de comunicación.

Este plebiscito de salida es la ocasión de que los jóvenes, "jóvenes de todas las edades" como dijera en Estados Unidos el presidente Kennedy, nos juntemos y tomados de la mano, con un papel y un lápiz, volvamos a dar sentido a "la continuidad histórica" de nuestro país que seguirá siendo uno y que mantendrá como sus símbolos, su bandera y su himno nacional, reconociendo, por supuesto, los símbolos de nuestros pueblos originarios.

Y usted debe saber que, respetando la institucionalidad, la responsabilidad de la legislación que permita implementar esta nueva Constitución será del gobierno y el actual Congreso Nacional, en un proceso de cambio gradual que requerirá de grandes acuerdos, para garantizar en todo momento lo mejor para nuestro querido país pero que ahora, por fin, podremos construir entre todas y todos.

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