Luego de algunas sonrisas de cínica cortesía, la mayoría de ultraderecha se sacó la careta y ha procedido a pasar la "aplanadora" en el Consejo Constitucional que tiene que entregar la propuesta de nueva Constitución que, a su vez, debe plebiscitarse el próximo 17 de diciembre.
Hay intervenciones llenas de injurias y difamaciones del grupo denominado, indebidamente, "republicanos", que han roto todos los límites en materia de intolerancia y fanatismo. Acusan brutal y falazmente a la bancada de izquierda del propósito de "matar" por reiterar su posición de respeto a la dignidad e integridad de la mujer al respaldar el aborto por tres causales, vale decir, si está en peligro la vida de la madre, de imposibilidad de sobrevivencia del feto, o en el caso de embarazo como consecuencia de violación.
El dogmatismo de ultraderecha no conoce el humanismo, ignora el indecible dolor de una mujer que soportará un embarazo que desemboca inevitablemente en la muerte por inviabilidad fetal de la criatura que creció en su vientre durante nueve meses.
La posición extremista de estos nuevos inquisidores desconoce las realidades y penurias humanas, simplemente, se formula desde la posición de quien considera a la mujer como simple portadora, un depósito, obligado e insensible de los conflictos y tensiones que necesariamente provocara un feto inviable o un embarazo resultado de una violación. Es la más cruel discriminación ideológica de la mujer. En suma, estiman que cualquier recurso es válido para imponer sus designios fanáticos. Por eso, son un peligro para el régimen democrático.
En el dogmatismo ultraconservador se niega la reiterada evidencia de decenas de miles de abortos clandestinos por embarazos no deseados, realidad que se ha convertido en una verdadera industria para mercantilistas llenos de codicia que lucran con el dolor y la humillación de jóvenes adolescentes, muchos de esos inescrupulosos estimulan grupúsculos de fines extremistas, de fanáticos que no tienen más horizonte que saciar una ira y odio que surge de una misoginia descontrolada.
Asimismo, encubren su pretensión de impunidad hacia los criminales terroristas de Estado que acumulan centenares de condenas, recluidos en el penal Punta Peuco, disfrazando ese propósito con el engaño de favorecer a inofensivos reos condenados, mayores de 75 años, dándoles el beneficio de la reclusión domiciliaria.
De ese modo, tratan de impedir que se logre un avance histórico, el bien social de la no repetición de crímenes atroces que se sustenta, precisamente, en rechazar el otorgamiento de beneficios carcelarios a tales reclusos por ser autores de crímenes de lesa humanidad que el Derecho Internacional Humanitario considera imprescriptibles e inamnistiables.
Asimismo, como si se estuviera en plena dictadura de Pinochet, la ultraderecha se propone el desmantelamiento de los avances sociales, económicos y culturales que lentamente se fueron reinstalando desde 1990 en adelante. En especial, desbaratar los derechos logrados por la clase trabajadora y el movimiento sindical.
Se trata del rebrote de un pinochetismo visceral, totalmente fuera de época, pero que arrastra a la derecha tradicional en el Consejo Constitucional y cuyo dogmático fanatismo se cierne amenazante ante la institucionalidad democrática.
En este contexto, el esfuerzo de los y las constitucionalistas de "Unidad para Chile" resulta ser un trabajo encomiable de serenidad y firmeza ante la sinrazón del foco argumental ultraconservador. Saludo su valor y templanza.
En democracia no se puede llegar tan lejos en la imposición de un dogma. No se puede suprimir el pluralismo y la diversidad. No hay como violar de modo tan flagrante la opción de vida de cada persona. La libertad no se puede recortar ni cercenar, esa es la razón definitiva que desplomará la inaceptable pretensión autoritaria de esta nueva regresión civilizacional, vestida como "republicanos".
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