La nueva UP

"El riesgo país de Chile se dispara tras resultado electoral". "Analistas ven con preocupación resultados de las elecciones y proyectan caídas en los mercados". Algunos de los amenazantes titulares de algunos medios tras las últimas elecciones.

La hoja en blanco en Chile ya es un hecho, y muchos temen que se tiña con tinta roja...

La confirmación del triunfo del Apruebo en la elección de constituyentes marca un hito más dentro de un proceso que ya varios enuncian como la refundación de Chile. Ideas como educación gratuita y de calidad, nacionalización del agua, igualdad de género o pensiones dignas son parte de una larga lista que evoca a un movimiento que se creía enterrado por la fuerza del neoliberalismo.

Una nueva UP está tomando forma a través de la revolución por la vía institucional. La energía destructora del estallido social de 2019 comienza a dar paso a la energía creadora de la Convención Constitucional, y el arribo de un concepto que se creía olvidado, la dignidad, lo patenta.

El pueblo de Chile, que ha sido despojado de su dignidad por décadas, ha hecho lo que muchos creímos imposible, despertar y movilizarse para dejar de ser un pueblo indolente consigo, tomando conciencia de que el Estado es él mismo, y en consecuencia, está asumiendo su responsabilidad de modelar el Estado que desea, aquella entidad que organiza y ejecuta las acciones que le brinden bienestar. Algo tan fundamental y pragmático que por décadas estuvo cautivo de una élite supuestamente más capacitada y cohesionada, que se arrogó aquel poder por herencia de la dictadura.

Pero estas ideas revolucionarias que nos hablan de dignidad para el pueblo y refundación de Chile, evocan una nueva UP que fomenta el discurso del miedo como contrafuerza. "Me ha estado dando nervio hoy. Después que bajaron las revoluciones de la euforia, leo a unos cuántos ciudadanos afilando los colmillos", comentaba alguien con temor. Y el ninguneo al triunfo de los independientes en la Convención Constitucional retumba como la voz de una autoridad añeja que nos dicta cátedra sobre cómo deben ser las cosas. "Llegar a constituirse en una alternativa real para articular una propuesta consistente de futuro, requiere de algo más. Esto no significa una fuerza política cohesionada y coordinada para dar garantías de gobernabilidad", vociferaba un devoto del partido del orden.

Si se refiere a las mismas garantías de gobernabilidad que nos ofrecen la señora Narváez y (des)compañía o el señor Piñera y secuaces, pues no, gracias. Los deudos de la política noventera, de en la medida de lo posible, de los acuerdos en sagrado secreto y bajo una lógica vertical, no están entendiendo nada. La energía incipiente de la nueva UP no pretende dar garantías, pretende todo lo contrario, ser la fuerza disruptiva del orden mediocre en que se ha sumido al país y permitirnos abrir nuevas posibilidades de ser y estar en Chile. (Y no es la Lista del Pueblo, que ingenua o neciamente, enfatiza que no caerá en las lógicas de los partidos a medida que va organizándose. Sí señor Montecinos, ustedes van a pelear en la misma cancha que los partidos políticos y replicarán sus lógicas, porque esa es la naturaleza de la disputa del poder. Cuando lo hagan, el ideal es respetar lo que el pueblo les mandató, eso es lo que importa).

La nueva UP es una energía rizomática, que comprende múltiples nodos que son origen y destino a la vez, un tejido en red que expresa un tiempo de horizontalidad y desconcentración; no hay centro que comande, cada punto es tan influyente como otro y de igual jerarquía, como un entramado neuronal que se ramifica, se expande, y no obedece a líneas subordinadas.

Ética. Igualdad. Respeto. Empatía. Dignidad. Son las ideas de horizontalidad de este movimiento social.

La nueva UP, amigue lector, es la Utopía Posible.

Si usted leyó hasta acá pensando que me refería a la Unidad Popular de los 70, con miedo, subestimación, desconfianza o inseguridad, está bien. Es parte de nuestros fantasmas del pasado que ya es tiempo de sanar. Aquella fue una época tan distinta a la actual y sin embargo, su espíritu sigue más vivo que nunca, y esa esencia es la que hay que rescatar ¡Qué más utópico que tener en un mismo salón, debatiendo y acordando el país que queremos, a Giovanna Grandón, la tía Pikachú, una mujer transportista escolar hija de un semanero y una asesora del hogar; con Fernando Atria, abogado y académico de la Universidad de Chile; y con la Machi Francisca Linconao, reserva de nuestra cultura originaria!

Si usted regresa a la noche del 18 de octubre de 2019, jamás habría imaginado que todo lo vivido en las semanas siguientes, nos llevaría hasta este momento. Se está haciendo posible la utopía de poder construir un país que actúe con ética. Que eduque a su gente con excelencia, proteja su naturaleza y sus recursos, cuide a sus niños, respete a sus ancianos, ayude al enfermo, potencie el talento, cree una nueva identidad.

El discurso del miedo siempre existirá y es nuestra responsabilidad dejarlo sin audiencia.

La Utopía Posible es un ideario valioso que corresponde apoyar, porque la Convención Constitucional en su conformación, ha dado inicio a una revolución por la vía institucional, y eso, nos da todo el derecho de soñar.

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