La seguridad no puede esperar

Nuestro país está alcanzando niveles históricos de inseguridad debido a la crisis actual. Entre 2021 y 2024, los delitos de mayor connotación social han aumentado 61%, según cifras oficiales de Carabineros de Chile. A esto se suma la falta de liderazgo político en materia de seguridad, con un exsubsecretario del Interior imputado por delitos graves como abuso sexual y violación; una ministra del Interior que podría ser imputada por obstrucción a la investigación e infracción a la ley de Inteligencia; y un subsecretario de Prevención del Delito recientemente reemplazado.

Sin lugar a dudas, el crimen organizado, el narcotráfico y el terrorismo están aprovechando este momento para avanzar en su control territorial.

Por ello, resulta incomprensible la falta de celeridad y la deficiente tramitación del fast track legislativo en seguridad impulsado por el Gobierno. De los 32 proyectos priorizados, el 97% sigue pendiente. Además, 45% aún se encuentra en el primer trámite constitucional y 29% se encuentra sin urgencia legislativa.

Pero eso no es todo, hay proyectos emblemáticos que, de manera inentendible, aún no se despachan. Por ejemplo, el proyecto que moderniza el Sistema de Inteligencia del Estado lleva más de 2.195 días en tramitación y aún sigue en segundo trámite constitucional en la Cámara de Diputados. No cabe duda de que la inteligencia es vital para enfrentar el delito, pero sin una estructura moderna y con recursos, resulta muy difícil cumplir esta tarea. Por otro lado, la tan anhelada nueva ley antiterrorista lleva más de un mes en comisión mixta sin que esta haya sesionado una sola vez, nuevamente sin la prioridad que se requiere. Tampoco cabe duda de la necesidad de modernizar la carrera policial; sin embargo, este proyecto lleva 1.071 días sin avance alguno en este Gobierno y sin urgencia legislativa.

En promedio, las iniciativas legales del fast track legislativo en Seguridad llevan 705 días en tramitación, un retraso imperdonable para la primera prioridad de los chilenos. A todo lo ya mencionado, se suma la ausencia de una estrategia de seguridad nacional que establezca objetivos claros, medios para alcanzarlos y mecanismos de medición y evaluación periódica y pública.

En estas circunstancias, el Presidente Boric debe entender, de una vez por todas, que la seguridad no es una materia más, sino la más relevante, pues de ella depende todo lo demás. Sin seguridad no hay libertad, y sin libertad, no es posible el desarrollo ni el progreso.

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