La solidaridad es la clave de una sociedad democrática

En su gira por la región de La Araucanía, el Presidente Boric defendió con mucho coraje el valor de la solidaridad como pilar fundamental de la reforma de pensiones que su gobierno se ha empeñado en sacar adelante desde que asumió el poder. Efectivamente, la solidaridad es la clave de una sociedad democrática. Es una decisión muy valiente del Presidente de la República, porque enfrenta el rasgo más relevante de la cultura de masas en la actualidad, un individualismo marcadamente preponderante en las naciones insertas en la globalización neoliberal, cuyo tipo de comportamiento es que cada cual se rasca con sus propios medios y se las arregla como puede.

En este padrón de conducta se refugia la derecha económica y política para proteger los intereses egoístas de los grupos sociales prevalecientes, los que sí pueden hacer lo que les viene en gana, desde densas reuniones de negocios hasta paseos en yate amenizados por damas de compañía de diferentes nacionalidades.

Bajo la apariencia de defender la libertad de usar los fondos previsionales, los que cada persona atesora a lo largo de su vida laboral, lo que en realidad hacen es prolongar el uso y usufructo, en el mercado de capitales, de los recursos acumulados por millones de afiliados en provecho de los centros económicos controladores de los ahorros de los jubilados.

Además, el exacerbado individualismo del presente impacta y se refleja en el mundo político estimulando la dispersión de las fuerzas y el debilitamiento de las estructuras organizativas de las agrupaciones sociales y políticas que promueven transformaciones progresistas, cada caudillo pretende tener su propio proyecto y lo promueve fragmentando su organización o generando multitud de partidos menores o francamente mini partidos que esterilizan el sistema político debilitando profundamente el régimen democrático.

El individuo aspira a la obtención de grandes sumas de dinero, no importando como lo obtenga, casos terribles y/o vergonzosos se ven a diario en la vida cotidiana, el que especula estafando con boletas ideológicamente falsas, el que asesina por un pago de cuatro chauchas, el que asalta por unas zapatillas de "marca", el que vende ideales o principios para acumular una fortuna que lo ensucia y descompone. Algunos en su egolatría se perpetúan en el poder, en ese afán recurren a los peores métodos y crímenes atroces, la adicción a las granjerías que significan una alta responsabilidad en el Estado convierten a personas que han sido sinceros luchadores sociales en energúmenos capaces de cualquier brutalidad o acción criminal.

Se presenta ante la humanidad un dilema de fondo: La fragmentación de la sociedad en partículas sin destino que, fatalmente, sucumbirán aisladas, o la recomposición de la comunidad en naciones capaces de asegurar dignidad y justicia, con Estados democráticos sólidos que se apoyen en la ciudadanía y no la aplasten bajo dictaduras aberrantes.

Es, en este contexto, que se explica la trascendencia de los partidos políticos, como asociaciones voluntarias de personas unidas por la voluntad de articular esfuerzos en beneficio de las fuerzas sociales mayoritarias y por un proyecto de país que cultive el bien común y le doble la mano a los abusos de poder, la exclusión social, la discriminación racial y de género.

Por eso, el llamado del Presidente Boric al ejercicio de la solidaridad como una práctica que humanice las relaciones sociales con la brega por la justicia social y la expansión de una mentalidad que se inspire en avanzar y crecer como un mejor país.

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