Desde que irrumpió en la situación nacional, el 19 de Abril de 1933, el Partido Socialista ha bregado por los intereses de la clase trabajadora y los más amplios sectores populares durante 92 años, lo ha hecho sin renunciar a esa matriz original aun cuando haya debido enfrentar las persecuciones más brutales de la derecha y el fascismo, así como, el menoscabo de mercaderes de las ideas auto presentados como ideólogos progresistas.
Naturalmente, hay decisiones políticas en esos 92 años que han sido, son y serán materia de investigación histórica y de arduos debates, precisamente, por la gravitación del Partido Socialista en los sucesos del país, confirmando que no fue un simple espectador sino que un activo protagonista del devenir social.
Esa trayectoria que enorgullece al PS y que es digna de admiración, incluso lejos de Chile, trato de ser despreciada y malherida, hace pocos días, por un comentarista enteramente interesado y parcial denominando esa historia de lucha como "el síndrome socialista". Son personeros que lucran atacando a la izquierda, ofician como independientes, pero se desenmascaran en estas circunstancias.
La odiosidad no justifica la ignorancia. El PS, a solicitud de su líder más emblemático, Marmaduque Grove, retiró su candidatura presidencial de la Convención del Pueblo, en abril de 1938, para viabilizar a Pedro Aguirre Cerda como abanderado del Frente Popular y derrotar a los grupos fascistas organizados en Chile. En esa ocasión, radicales, socialistas y comunistas agrupados en el Frente Popular ganaron las elecciones y formaron un gobierno que generó un proceso de industrialización cuyos frutos perduran hasta hoy.
Por ello, el PS tuvo responsabilidades de alta significación en el periodo de "los gobiernos radicales", como Salvador Allende en el Ministerio de Salud cuando iniciaba su histórica trayectoria de lucha, y Oscar Schnake como gerente general de la Corfo, cuya gestión aportó decisivamente a impulsar el desarrollo industrial de Chile en ese período.
Sin embargo, cuando la corrupción se extendió y un visceral anticomunismo hizo presa de las definiciones gubernamentales bajo el gobernante González Videla. Se instauró la llamada "ley de defensa de la democracia", con la que se abrieron campos de concentración y se obligó al exilio de Pablo Neruda; y ante ello, el socialismo chileno como fuerza política de ideas coherentemente democráticas, se retiró de esa experiencia definitivamente agotada. Fue una decisión enteramente legítima que ahora se intentó desacreditar.
Esta historia de lucha prosiguió en los años '50, con vistas a la formación de un "Frente de Trabajadores" que permitiera alcanzar la Presidencia de la República. Así ocurrió en 1970, un amplio bloque de fuerzas sociales del mundo del trabajo, la Unidad Popular, llevó a Salvador Allende a La Moneda.
En su gobierno, el PS se jugó a fondo por la realización de reformas estructurales que perduran hasta hoy, como la nacionalización del cobre, la lucha contra la desnutrición infantil y la entrega del medio litro de leche a la infancia, la profundización de la reforma agraria y la brega por el fin de la dependencia económica de las transnacionales foráneas.
Ese titánico esfuerzo fue saboteado por el plan desestabilizador que generó el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, los socialistas fueron objetivo principal del régimen genocida que encabezó Pinochet. Sin embargo, no claudicamos, luchamos por la libertad y la democracia al precio de la vida, la tortura y el exilio de miles de militantes. El Partido Socialista permaneció de pie pese al dolor y el quebranto y no aceptamos que quienes han hecho del lucro el sentido de su vida, hoy lo desconozcan e impugnen mañosamente la decisión socialista de levantar su propia opción presidencial.
La dirección política en la clandestinidad del PS, cuando algunos mantenían posiciones de ultra izquierda, en marzo de 1974, llamó a la más amplia unidad antifascista. Los miembros de esa conducción socialista pagaron con su vida su arrojo y su audacia. Esa unidad recién se logró en las jornadas de protesta desde mayo de 1983 y luego en 1988, en la campaña del NO para el plebiscito del 5 de octubre. Aún dividido en diversas orgánicas, el socialismo chileno fue esencial en ese victoria democrática.
En el curso de veinte años apoyamos con toda nuestra capacidad política y social a los Presidentes de la Concertación que dieron a Chile 20 años de buen gobierno, no fuimos nosotros los que cancelamos su vigencia, fue el senador Jaime Quintana el que se apresuró a decretar el fin de su existencia al inicio del primer gobierno de Sebastián Piñera.
Siempre hemos rechazado a los "mesías" que se sienten dueños absolutos de la verdad. Hoy volvemos a hacerlo. Seguiremos bregando por el entendimiento y la más amplia unidad de la izquierda y la centroizquierda para derrotar la alternativa regresiva de la derecha chilena.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado