La ultraderecha ganó las elecciones de consejeros y consejeras constitucionales del pasado domingo 7 de Mayo. Incluso, su respaldo fue superior a lo esperado. Aunque la perplejidad recorrió nuevamente el ancho campo de las fuerzas democráticas, en rigor, se estaba repitiendo la correlación de fuerzas del plebiscito del 4 de septiembre de 2022.
Por su parte, las fuerzas de izquierda contarán con una representación trascendente, pero no determinante. Y las de centro y/o centroizquierda no lograron ningún representante. El autoritarismo populista, de carácter ultraconservador, se ve triunfante, repite consignas rimbombantes, pero no cuenta con un proyecto político a largo plazo, salvo denigrar a quienes piensan distinto y mercantilizar lo que encuentren a su paso.
Por eso, las fuerzas transformadoras tendrán que remar contra la corriente. La imagen de triunfo y una fuerte presencia está en la ultraderecha. Así, la labor, esfuerzo y dedicación de los y las constitucionalistas electos en la lista Unidad para Chile serán clave en la redacción de la nueva Constitución. Esos hombres y mujeres, provenientes de todo Chile, son quienes representarán los magnos valores de libertad, democracia y justicia social que nos identifican.
En el ámbito de los principios no hay que ponerse a la defensiva, la libertad se restableció en Chile porque hubo luchadores de las filas de los partidos y movimientos de los que somos parte, que lo hicieron posible. No obstante, para que nuestra acción política sea fecunda, hay que "unirse", esa es la clave, resistir al autoritarismo de ropaje pseudo republicano, tal como fuimos capaces de resistir y derrotar al autoritarismo pinochetista.
La estrategia de separarse y para crecer, una vez más, resultó un irreparable error; y de haberse presentado unidas, el conjunto de las fuerzas de gobierno y la Democracia Cristiana tendrían una cantidad de votos similar a la del Partido Republicano y se elevarían a la cantidad de representantes suficientes para alcanzar el quórum de 40%.
Tampoco resultó la idea de esconder principios para acomodar el discurso al centro. Vaciarse de identidad y valores no trajo nuevos afluentes de votantes. En definitiva, los infundados pronósticos que, lamentablemente, auspiciaron la división hoy no tienen dueño.
En el balance estratégico, fue fundamental la voluntad del PS de apoyar la lista Unidad para Chile, que sin exclusiones previas agrupó a las organizaciones del Frente Amplio, el Partido Comunista, Acción Humanista y Frente Regionalista Verde Social y, naturalmente, al propio Partido Socialista. De otro modo, la derrota hubiese sido total.
Recordarlo no es soberbia. Simplemente, es apuntar un dato político esencial: la unidad no suma, multiplica; y defender la parcela chica, aunque sea propia, termina en un papelón, como efectivamente ocurrió. Hoy muchos eluden el error. Hay que ser insistentes, pero sin la unidad más amplia las fuerzas transformadoras y progresistas están condenadas al fracaso.
Ahora la tarea es respaldar al Presidente Boric, los sectores autoritarios y regresivos pretenden desconocer que lidera legítimamente el gobierno del país. No le demos el gusto. Hay que cohesionarse firmemente para asegurar la gobernabilidad democrática. Hay que implementar con urgencia las políticas públicas que responden a los requerimientos de la población. Por eso, la cohesión en el ámbito parlamentario es fundamental. No hay que doblegarse, resistiremos.
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