Las mentiras, una forma de gobernar

Hemos visto que gobiernos populistas, como el de Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil o dictaduras como Ortega en Honduras, Maduro en Venezuela, Putin en Rusia o Xi Jinping en China, tienen en común construir su plataforma comunicacional en base a mentiras, verdades a media o relatos construidos sobre situaciones a todas luces irreales.

Adolf Hitler decía que "las grandes masas sucumbirán más fácilmente a una gran mentira que a una pequeña", frase que parece ser conocida y asumida por estos gobernantes y exgobernantes. A Trump se le han reconocido 30.000 mentiras, por ser tantas no se pueden refutar una a una. A Bolsonaro se le asignan al menos 30. A Ortega se le asignan más de 10 y solo 5 en una conferencia de prensa internacional. A Putin se le asignan 5 mentiras en el último discurso a la nación.

Ahora, no significa creer que en las democracias no se den, al igual que las verdades a media. La diferencia es que los medios de comunicación y las redes sociales pueden desnudarlas ante la opinión pública.

Lo más grave es que, en países como Brasil y Estados Unidos, un número significativo de la población cree esas mentiras y con ellas construye su realidad. Han sido alumnos muy aventajados de Hitler al construir grandes mentiras, como los fraudes electorales, las que incluso han llevado a generar inestabilidad en sus democracias.

El tema ahora es qué pasa en nuestro país Es cierto y comprobado que es usado muchas veces en campañas y muy especialmente en la campaña pasada por la nueva Constitución. Ahora esta no fue la causa principal de la derrota de la propuesta y no se ha transformado aún en un instrumento permanente de nuestra política.

Sin embargo ayer, al escuchar a Franco Parisi en Estado Nacional, me pareció que el tema se ponía "color de hormiga". Sinceramente sus cifras grandilocuentes y justificaciones baladíes no parecían propias de un economista. Los conductores estaban sorprendidos y molestos, porque no tenía capacidad de explicar claramente su argumentación. Posteriormente, en el mismo programa, le hacen las consultas al ministro de Hacienda, Mario Marcel, y con esa diplomacia que lo caracteriza señala: "No hay ninguna de esas afirmaciones que se concilie con los datos". Elegante manera de decir que son datos falsos. Y a continuación fue destruyendo una a una las afirmaciones de Parisi.

El tema es que este señor sacó una importante votación en las últimas presidenciales, en medio de una demanda por no pago de alimentos a sus hijos por una importante suma, que mostraba evidentemente que si no era capaz de responder por su familia, menos lo podría hacer por el país. Ello nos mostró que hubo muchos que creyeron de buena fe sus justificaciones, mentiras y verdades a media.

Parece evidente que ya está en campaña para ir nuevamente en la papeleta y con su histrionismo y capacidad de capturar la atención de sectores poco informados y con argumentos económicos que cualquiera con algún nivel mínimo de formación en el tema se puede dar cuenta que son falaces, pero que la gran mayoría lo asume como verdades, nos puede llevar a un callejón sin salida.

Estamos obligados, cada uno de nosotros, como los medios de comunicación, a iniciar un trabajo serio y responsable que nos aleje de estos líderes populistas que nos llevarían al despeñadero. ¡Esta es mi primera contribución!

Como decía Alexander Pope, el que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera.

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