Liderazgo político y comunicacional

Tanto en administración como en comunicación de organizaciones, el desarrollo de las competencias para el liderazgo es un factor clave. No se puede gestionar bien sin habilidades directivas, así como no se puede establecer buenas relaciones con los distintos grupos de interés sin la capacidad para representar adecuadamente la identidad y las estrategias de la institución.

Esto dialoga con un paradigma emergente en ambos campos: la constitución comunicativa de las organizaciones. En términos simples, significa que nada ocurre en una organización sin comunicación, es decir, sin relacionamiento entre las personas. Sobre todo en el mundo de la empresa, esta es una dimensión clave. Como hay mucha gente buena para los números, pero poca buena para la comunicación, incluso los CEO son evaluados por su capacidad para establecer relaciones eficaces y positivas.

Hemos visto casos. El líder de una empresa dice algo inadecuado, o es incapaz de explicar una idea estratégica, y el precio de las acciones baja. Es algo serio. Pero por alguna razón esto se ha vuelto irrelevante en la política. Justo en el sector de la sociedad donde más debería importar la capacidad para escuchar, para explicar y para dialogar. Sobre todo porque en la política es donde más disenso hay, allí debería primar la capacidad de diálogo.

Mas no es así. Por ejemplo, Trump insulta a sus adversarios y a los periodistas si se atreven a preguntar cosas que no le gustan. Aquí no hemos llegado a tanto, pero no estamos lejos. Los debates presidenciales lo sugieren. Algunos dicen que es por el formato, pero no lo creo. El formato es adecuado (poco original, pero adecuado); el problema está en los participantes.

Jara y Kast, por igual, han demostrado que les falta capacidad para conversar. Para dialogar. No saben mucho de argumentación, y se nota. Pero tampoco parecen tener interés en ello. Lo raro, y riesgoso, es que quien llegó a la Presidencia lo hizo con la mayor cantidad de votos de la historia. O sea, con un alto grado de legitimidad simbólica.

Se dijo lo mismo de siempre, que será "presidente de todos los chilenos". Pero cómo podríamos creerle, si durante la campaña, cuando todavía no se alcanza el poder, es incapaz de dialogar racionalmente. ¿Qué clase de liderazgo tienen los candidatos, desde una perspectiva comunicacional? Esa es la pregunta que debería preocuparnos. Porque a estos "CEO" no podemos despedirlos si bajan las acciones.

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